“Busco almas perezosas y ociosas”. Faustina Kowalska es una religiosa semianalfabeta polaca, que tan sólo vivió 35 años, entre 1903 y 1938. Pero le dio tiempo para convertirse en la reina de los místicos del siglo XX. Conocida hoy como el apóstol de la Divina Misericordia es una verdadera revolucionaria de la mística y, por tanto, de la filosofía del siglo XX. Cuenta que una vez se encontró al demonio vagabundeando por el convento y le preguntó qué buscaba. La respuesta fue esa: a las almas perezosa porque, al parecer, son presa fácil.
La vida no puede ser supervivencia, la vida sin un fin sólo tendrá un triste final
Tenemos un problema de estado, de mucha enjundia: los jubilados no saben qué hacer con su tiempo. No digo todos, pero sí algunos. Kowalska concluía: que se alegren las almas fatigadas y abrumadas por el trabajo.
Pero creo que el problema del ocio va más allá porque la vida no puede ser sólo supervivencia. Es más, la vida sin un fin sólo tendrá un triste final. Y lo que es peor: si no tienes obligaciones, es probable que tampoco tengas acciones.
Si no tienes obligaciones, es probable que tampoco tengas acciones
Un anciano no es que no tenga sueños, sino que no tiene otro deber que el que él mismo se imponga.
No se equivoquen; una viejo activo, de cuerpo, de mente y de corazón, sobre todo de corazón, tiene una vida mucho más rica que la de cualquier adulto o joven. Pero no tiene obligaciones. Por lo tanto, debe elaborar su propia agenda y cumplirla con disciplina laboral.
Un anciano no es que no tenga sueños, sino que no tiene otro deber que el que él mismo se imponga
Por eso me parecen tan peligrosas las prejubilaciones.