El dinero en metálico se ha convertido en algo molesto para los bancos, no por el dinero en sí -al fin y al cabo, es su materia prima-, sino porque gestionarlo es un incordio y, además, requiere la dedicación de uno o más trabajadores en cada sucursal para atender a los clientes... que necesitan dinero en metálico.
Hablamos, sobre todo, del pequeño comercio, que utiliza billetes y monedas constantemente. Para ellos, el servicio de caja es imprescindible: necesitan sacar dinero suelto en billetes y monedas para tener cambio durante todo el día. Y tambien necesitan ingresarlo. Por eso, una de las diferencias más significativas de la ‘cuenta negocio’ que ofrece los bancos es el acceso al servicio de caja.
El dinero en metálico está en vías de desaparición, además, porque es muy difícil de controlar
Los cajeros automáticos están muy bien pero tienen dos inconvenientes: no dan billetes pequeños -sobre todo de cinco euros-, los más demandados por el pequeño comercio, y no dan monedas. Tampoco las admiten a la hora de ingresar la recaudación diaria, lo que vuelve a ser un serio contratiempo para ese pequeño comerciante.
A los bancos no les interesa el dinero en metálico. Hay que reducir los costes de personal como sea. Por eso, el servicio de caja ha pasado de ser esencial -antes, incluso, se utilizaba para pagar los recibos- a ser un servicio cada vez más escaso que ahora solo se ofrece durante tres horas al día: de nueve a once de la mañana. Y cuidado con no llegar pronto: los billetes más pequeños se agotan en seguida. Y a las entidades les da lo mismo: para ellas es más cómodo que sea el cajero automático quien gestione el metálico y, sobre todo, les resulta más barato.
Dicho de otra manera, para preservar la intimidad es mejor utilizar billetes
El dinero en metálico está en vías de desaparición, además, porque es muy difícil de controlar. Pagar con tarjeta o a través de una transferencia bancaria deja huella, y hacerlo con efectivo, no. Dicho de otra manera, para preservar la intimidad es mejor utilizar billetes.