Para la ministra de Igualdad, Irene Montero, el insulto es una forma de hacer política. La injuria victimista se entiende, porque ella siempre es víctima del sistema y el sistema se concreta, curiosamente, en el -o la- que tiene enfrente. Ese victimismo, curiosamente, no ha cambiado desde que han llegado al Gobierno. Al revés, se ha acentuado.
Ayer le espetó a Lourdes Méndez, que hasta los hijos de los diputados de Vox estarán obligados a aceptar que hay muchos tipos de familia, como unos trescientos, y los sexos, como unos 112. Es decir, que quieran o no quieran sus padres y con la fuerza del Estado, a la postre, con la fuerza bruta, secuestrarán a nuestros hijos y les pervertirán. En España, debemos hacer viral aquel grito hispanoamericano: "No toquéis a nuestros hijos".
La progresía del Ejecutivo frentepopulista, especialmente en su segmento podemita, une dos tendencias: lo aberrante y lo cursi
La verdad es que el líder de Vox, Santiago Abascal, dio en la diana cuando habló de corrupción de menores. Pero que una ministra, con toda la policía detrás, amenace con secuestrar a los niños de los demás para pervertirles -y no es la primera vez que ocurre- resulta cuando menos curioso.
Como la injuria era evidente, Montero intentó dorar sus amenazas con otra afirmación de indudable raíz progresista, es decir que unía lo aberrante a lo cursi y que ya emitiera en su momento Pedro Sánchez, en uno de sus discursos más horteras: “que no se pierda ningún amor”.
No toquéis a nuestros hijos
Y es que para Sánchez y para Montero, amor es eso que se hace en la cama. Algo por lo que los profesores con cabeza suelen ridiculizar a los adolescentes. No hombre, no, el amor es algo más pero este gobierno, de vuelta a la adolescencia, emite la sentencia ‘amor igual a catre’, como si se tratará del no va más del progresismo (y a lo mejor lo es).
En definitiva, el Ejecutivo socio-podemita está llevando la política española hacia el ridículo. Pero se trata de un ridículo sectario y agresivo. Va a hacerse necesario ejercer la resistencia pasiva, por ejemplo en lo que se refiere a la educación de nuestros hijos, porque nos enfrentamos a un Gobierno corruptor de menores.
Mientras, en Moncloa se impone la tesis de Iván Redondo: dar todo el poder a Iglesias (Cataluña, CNI) para quemarle. Pero él lo acepta con gusto
Encima, en Moncloa se impone la tesis de Iván Redondo: dar todo el poder a Iglesias (Comisión Estado-Cataluña, Junta controladora del CNI) para quemarle. Pero don Pablo acepta con gusto todo el poder que quieran otorgarle. Vive de ello y no tiene por qué quemarse. Por ejemplo, en Cataluña, bien podría pasarse al otro lado de la mesa negociadora. Sin despeinarse la coleta.