Durante su último discurso con motivo del Debate sobre el Estado de la Nación –de la nación rusa–, Putin estuvo de lo más claro: desde que Trump rompiera –o se negara a renovar– el tratado de control de misiles de alcance medio (tratado nuclear INF), firmado por Gorbachov y Reagan, él se siente liberado para preparar una guerra, la III Guerra Mundial, que ve perfectamente posible y hasta próxima.
Y es verdad que existen motivos para un estallido que puede resultar global, aunque el Papa Francisco anda más acertado cuando asegura que la III Guerra Mundial ya ha comenzado, sólo que es una guerra “por trozos”.
En efecto, el número de conflictos internos y externos crece en el planeta, al igual que decrecen el respeto a las libertades antiguas de la democracia parlamentaria: por ejemplo, la libertad religiosa.
No conviene ignorar al presidente ruso porque sus diagnósticos suelen resultar más acertados que sus terapias
El caso es que Putin considera que, además de la energía, combustible de toda guerra y de toda paz, la guerra será nuclear –de ahí su advertencia de que sus misiles apuntarían hacia los centros de decisión de sus enemigos, incluido Estados Unidos– y al aislamiento de Rusia de Internet, porque para el presidente ruso, la guerra cibernética es fundamental.
Y es que, con cada día que pasa dicha advertencia va cogiendo peso. Según recoge Reuters, el principal programa de noticas ruso, que emitió una cadena estatal, enumeró al menos cinco de los objetivos estadounidenses que se verían afectados de empeorar la situación nuclear. Asimismo, se detalló el tipo de misiles a utilizar y el tiempo que tardarían en alcanzar algunos de los centros: cinco minutos.
Ahora sólo queda esperar a que esté equivocado. Pero hay algo sobre Vladimir Putin que conviene recordar: sus diagnósticos suelen resultar más acertados que sus terapias.
Pero todo parece tan tranquilo…