- El presidente anima a los suyos a recuperar el "voto tradicional" del PP.
- Pero no se equivoquen: don Mariano no pretende recuperar el voto católico: Arriola le ha convencido de que no existe.
- Y Floriano concreta: el objetivo es convencer a esos 2 millones de votantes del PP que están… en la abstención
- Por cierto, don Mariano asegura que las encuestas internas, las de Arriola, le dan vencedor en las próximas elecciones y que Podemos se desinfla.
- Y Aznar se nos vuelve jacobino versión neocon y confunde conservadurismo con tradición.
- El ex ayudará a Rajoy… pero con condiciones, desde su nueva FAES: el Instituto Atlántico de Gobierno.
No vamos a decir que Mariano Rajoy (en la imagen junto a Floriano) haya regresado a la humildad porque nunca ha estado en ella. Ahora bien, sucede que le ha visto las orejas al lobo y ha decidido enviar a su monaguillo, el ínclito Carlos Floriano, a pedir disculpas a los "dos millones de votantes del PP", ligeramente cabreados con su Gobierno. Gente a la que Floriano asegura que hay que "devolver al redil" y que reaccionaran y se les convencerá si se habla con ellos. Es decir, que no se quedarán en casa, practicando ese cómodo deporte de la abstención, sino que se taparán la nariz y volverán a votar PP… una vez más.
Es lo que Rajoy llama el "votante tradicional" del PP. No deja de ser un curioso reconocimiento de que, hasta el momento, último año de legislatura, a ese votante tradicional no se les ha hecho ni caso. Es más, se le ha despreciado y escupido.
Ahora bien, guárdese nadie de creer que cuando Rajoy habla de votante tradicional se refiere al votante católico. No por cierto. Al votante católico nunca se le ha hecho caso ni se lo volverá a hacer. Hace mal, porque, a lo mejor, no todo depende de 2 millones de votos, sino de 500.000, o menos. Y entonces puede que sí necesite de los católicos coherentes que votan en valores. Ocurre que, por el momento, y tras la retirada de la ley del aborto, ese voto en conciencia tiene encima los interdictos de al menos cinco obispos de que un católico no puede votar, en conciencia, al PP. El último el de Segovia.
Interesantísimo el ver a una delegación del gobierno, con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría al frente, en el Consistorio-ceremonia de nombramiento de nuevos cardenales en Roma. Para que luego digan que el Gobierno Rajoy no es católico. Y si es necesario, Mariano ordenará a Soraya que rece el Santo Rosario en público. En cualquier caso, no se apuren, el gran gurú cobrador del PP en materia de estrategia electoral, don Pedro Arriola, insiste en que el voto católico no existe. Y si lo dice Arriola... además, a los católicos, según Arriola, siempre se les puede enseñar el espantajo de Podemos y vuelvan a votar al PP.
Eso sí, Rajoy sigue farruco. Según ha dicho a la dirección del PP, sus encuestas internas -esas que el PP siempre niega y que al parecer existen-, le dan como partido más votado y el efecto Podemos se desinfla. Lo segundo es cierto pero de forma lenta, demasiado lenta. Podemos se desinfla, es cierto, a media que sus líderes van pasando por el banquillo, pero ese desinflarse puede resultar demasiado lento o incluso postelectoral.
Lo primero también lo dice el CIS. Sí, por ahora, el PP ganaría. Pero el problema es por cuánto ganaría. No olvide el señor Rajoy que puede haber un pacto postelectoral tipo Frente Popular entre Podemos, IU y, por qué no, el PSOE. Los socialistas se ponen muy nerviosos cuando pasan demasiado tiempo en la oposición.
Y luego está lo de Aznar. El ex presidente ha creado el Instituto Atlántico de Gobierno, con Vargas Llosa -muy significativo- a su lado, y con viejas glorias del partido. Se trata de sustituir a la actual FAES; que Rajoy le ha arrebatado. Ahora Aznar se ha convertido en un neocon al que aburre mucho todo eso de los principios. Él vende liderazgo y de paso hará un fenomenal negocio de master para aspirantes a presidente del gobierno, un puesto con pocas plazas disponibles.
Aznar confunde conservadurismo con tradicionalismo y ha formado un equipo jacobino que se parece tanto al PP de ayer como a la UPyD de hoy.
Eulogio López