Sí hubo violencia física pero, sobre todo, hubo intimidación, que es una muestra de violencia, en todo el 'procés'. Por tanto, sí hubo violencia; por tanto, sí hubo delito de rebelión, no sólo sedición, en el ‘procés’ catalán del 1-O y posterior Declaración Unilateral de Independencia (DUI).
Es más, los fiscales del Supremo, famosos ya en toda España gracias a la suprema necedad de retrasmitir en directo el juicio del ‘procés’, insisten en que, en algunos golpes de Estado, triunfantes, de nuestra historia tampoco hubo violencia: bastó la intimidación, que es, en efecto, la palabra que mejor define a la Cataluña actual: no hay libertad en Cataluña porque hay intimidación de los separatistas al conjunto de la sociedad. Y sí, la intimidación o violencia psicológica, suele terminar en violencia física.
Los fiscales dejan claro que en Cataluña se vive bajo un régimen de intimidación separatista
Pues bien, según fuentes judiciales, la ministra del Gobierno, Dolores Delgado y la Fiscalía general, ha intentado influir, con poco éxito, en los fiscales del Supremo para que endulcen sus conclusiones. Ojo, dado la relevancia que las conclusiones del fiscal tienen sobre el Tribunal, que los primeros, desoyendo al Gobierno, hayan optado por la línea dura –bien argumentada, sin duda- responde a la pregunta de cómo han resistido esos fiscales a las presiones del Gobierno y de los políticos catalanes.
Y es que el inquilino de Moncloa teme que su imagen de hombre moderado, capaz de desactivar la bomba de relojería separatista -no ha tenido éxito hasta el momento, pero el éxito se espera a cada instante-, puede perder su imagen de moderación, que tanto le ha costado labrar.
Pedro Sánchez teme que una sentencia dura termine con su imagen de moderación en Cataluña y le haga perder votos
Y así, Dolores Delgado, titular interina de Justicia, suspira por una sentencia por sedición, mucho más leve que una sentencia por rebelión.
La sentencia del Supremo estará disponible en septiembre -que no coincida con la Diada- y podría, en efecto, incendiar Cataluña, la pregunta es la de siempre. ¿Eso debería preocupar a un tribunal?