El obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, es un obispo valiente. Es decir, un obispo católico que se comporta como católico y enseña lo que es el catecismo de la Iglesia católica. En resumen, algo muy extraño en España, donde la inmensa mayoría de sus colegas destaca por callar o hablar haciendo uso del lenguaje políticamente correcto. Para no faltar a la caridad y eso.
El 30 de diciembre, desde la Iglesia de la Purificación, en la localidad madrileña de San Fernando de Henares, pero retrasmitida para toda España, don Juan Antonio Reig Pla hizo una defensa de la vida del no nacido y de la familia natural, la formada por varón y mujer y abierta a la procreación y a la educación de los hijos. Como los obispos valientes suelen ser breves (son los clérigos progres los que sueltan sermones interminables como anodinas), les recomiendo que escuchen la homilía en directo, porque sin duda mi resumen se quedará corto y resultará inexacto.
Ante las cámaras de RTVE, el obispo de Alcalá defendió la vida y la familia
¿Pero qué dijo? Pues el catecismo, el magisterio, la doctrina de siempre. Sólo que ‘lo de siempre’ resulta hoy extraordinariamente novedoso. Y en el presente caso, además, resulta demoledor, porque su cultura filosófica y teológica raya a mayor altura que el común de sus colegas.
Dijo que desde la primera ley de aborto hay 2 millones de españoles, muchos más de los muertos durante la última guerra civil, que no llegaron a nacer. Dijo que sólo hay una familia: varón y mujer –nos dos hombres del mismo sexo– abiertos a la vida, a la procreación y la educación cristiana de sus hijos.
Definió la familia como la formada por un hombre y una mujer que procrean y educan, al tiempo que condenaba la anticoncepción
Dijo, también que aborto químico, el anticonceptivo también atenta contra la ley de Dios y recordó que no es cosa suya, sino de la Humanae Vitae de un tal San Pablo VI.
Dijo que la vida humana es sagrada desde la concepción hasta la muerte natural y que varón y mujer son iguales en dignidad.
Dijo que España vive en un invierno demográfico donde 5 millones de personas viven solas, 2 millones de ellas mayores de 65 años.
Naturalmente, se le han echado encima... una vez más: le quieren en la cárcel. Lógico, podría seguir hablando
Un obispo católico que habla como católico. Es cosa de ver. Lo malo es que me lo fusilen.
Y ahora, ¿se imaginan ustedes que el resto de los 80 obispos españoles hicieran lo mismo? La imaginación no me da para tanto…
Pero no me lean a mí: escuchen la homilía del obispo de Alcalá. Están los qués y los porqués (desde el minuto 22, segundo 20):