Este viernes, el grupo Renault ha publicado sus resultados anuales y pese a entrar en pérdidas (-141 millones de euros), la bolsa no le ha castigado de forma severa (a lo largo de la sesión las acciones han llegado a anotarse subidas superiores al 2%, aunque han cerrado en el -0,90%) porque ya lo hizo hace unos meses cuando rebajó sus previsiones (en aquel momento, la cotización cayó un 12%). Eso sí, los números rojos no son buenos en ninguna empresa y serán la gran tarea del nuevo CEO, Luca de Meo, que empezará a desempeñar dicho cargo a partir del 1 de julio.
Los antecedentes de De Meo son buenos, pues enmendó la situación en Seat. “El fortalecimiento del equipo directivo, la renovación de la Alianza y el éxito de los nuevos modelos me dan plena confianza en la capacidad del Grupo para llevar a cabo su cambio de rumbo”, ha señalado Clotilde Delbos, directora general interina hasta que llegue De Meo. Claro que el escenario del sector en 2020 no se prevé brillante: seguirá la volatilidad de los mercados, sobre todo, en Europa “por las regulaciones CAFE” (limitan las emisiones de CO2 a una media de 95 gramos por kilómetro por coche, algo que ahora sólo cumplen los de diésel -95 g- y los eléctricos -0 g- frente a los de gasolina -130 g-) “y por los posibles impactos del coronavirus”.
Renault ha perdido 141 millones en 2019 frente a los beneficios de 3.302 millones que tuvo el año anterior 2018... y esto repercutirá en los accionistas: el dividendo bajará un 69%, pasando de 3,55 euros a 1,10. Eso sí, en ventas ha cerrado con 3,75 millones de unidades, un descenso del 3,4% que además es inferior al de su compatriota PSA (-10%). El grupo presume de haber logrado sus objetivos revisados: la cifra de negocio ha sido de 55.537 millones, tras bajar un 3,3% por menores ventas en Argentina, Turquía y Argelia, pero es menos de lo que estimó (-4%); y el margen operacional se ha situado en el 4,8%.
Y de cara a este año, Renault prevé facturar una cifra similar a tasa de cambio constante, un lihero descenso en el margen (estará entre el 3% y el 4%) y un free cash-flow operacional del Automóvil positivo (en 2019 fue de 153 millones) antes de considerar los costes de restructuraciones.