- A Repsol le interesa aumentar su participación en GNF: por eso destaca que es "más una gasista que una petrolera".
- Pero eso es tan claro, como nítido para La Caixa que Gas Natural Fenosa es su buque insignia, intocable.
- Lo que quiere Isidro Fainé es que la petrolera venda el 10%, como mínimo, de su participación del 30% en GNF.
- Y, de ese modo, La Caixa podría vender también en 6% de la gasista y quedarse en la frontera del 30%.
El consejero delegado de Repsol,
Josu Jon Imaz, no se atrevió a plantear abiertamente, ayer jueves, una fusión entre la petrolera y
Gas Natural Fenosa (GNF). El marco, como saben, fue la presentación del plan estratégico 2016-2020 y las desinversiones puestas en marcha. Y no lo hizo, sencillamente, porque hubiera cruzado una línea roja alarmante para
Isidro Fainé, presidente de
Caixabank. Por eso, Fainé ha advertido ya a Brafau, presidente de Repsol (
ambos en la imagen), que no habrá fusión con
GNF.
Eso no quita, con todo, que esa opción guste tanto al primero como desagrada al segundo. Corren en proporción inversa. Imaz se limitó a
oficializar que no va a vender la participación del 30% en Gas Natural Fenosa, y eso, añadíamos ayer, no gustará a
La Caixa, que tiene el 36% y considera GNF terreno Caixa.
Imaz remarcó que el grupo está satisfecho y "confortable" con su "valiosa" participación en GNF porque le garantiza "una opcionalidad, tanto financiera como desde el punto de vista estratégico". "Cero" posibilidades de vender algo de ese 30%, dijo. Ahora bien, también dijo que Repsol produce casi un 70% de barriles equivalentes en gas y, por eso en términos productivos es "más una gasista que una petrolera". Y fue más lejos, incluso, al señalar que
GNF puede ser una opción estratégica "razonable" en el desarrollo del negocio de renovables del grupo petrolero.
Terreno pantanoso y les explico por qué.
Entre Repsol y La Caixa controlan el 66% de GNF, pero no a partes iguales, y tanto uno como otro saben que
Gas Natural Fenosa es el buque insignia de La Caixa y, por tanto, intocable. En otras palabras, que son dos accionistas obligados a entenderse, pero sin saltarse las líneas rojas.
Así llevan funcionado un tiempo. Recuerden que
La Caixa controla el 36% de GNF y tiene una participación del 12% en Repsol, al que se incorporó como consejero el Ceo de Caixabank,
Gonzalo Gortázar. Recuerden también que el acuerdo es que La Caixa nombre al presidente de la gasista y Repsol, al consejero delegado.
Y añadan a todo eso que a
La Caixa le gustaría que Repsol redujera su participación del 30% en Gas Natural en un 10% o un 20%, incluso. Y que este puzle se completaría con el deseo de La Caixa de vender un 6% de la gasista, reduciendo su participación del 36% al 30%.
La frontera, por tanto, está en el 30%. Si La Caixa baja de ese porcentaje y quiere recuperar terrero, tendría que lanzar una OPA. Y al mismo tiempo, otro accionista podría optar a la misma participación sin lanzar tampoco una oferta.
Por eso fueron sorprendentes para La Caixa las declaraciones del Ceo de Repsol, que era consciente también del terreno resbaladizo que pisaba si hubiera sido más explícito en lo que insinuó pero no concretó. Ahora bien, ¿había más detrás de las palabras de Imaz? Sin duda, aunque no pronunció en ningún momento la palabra
fusión. Eso hubiera sido demasiado para La Caixa.
El culebrón continúa.
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com