Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol, tenía, este miércoles, una palabra en la boca para repetir las veces que fuera necesario: crecimiento. Sobre ese término pivota la nueva etapa de la petrolera, según la actualización del plan estratégico 2016-2020, trazado sobre un escenario energético cambiante y la volatilidad de precios del crudo, en los dos casos más favorables que en la primera fase (2016-2018).
Ese crecimiento, en el caso de España, será con inversiones de 2.500 millones entre 2018 y 2020 para comprar activos y abrir un nuevo negocio integrado de gas y electricidad de bajas emisiones. O lo que es lo mismo, la petrolera quiere ser también una eléctrica española, con una cuota del 5% en el mercado minorista de gas y electricidad (con inversiones de 1.500 millones) y una cuota de mercado del 15% en el mercado mayorista de gas (al que destinará 1000 millones).
Competirá con las grandes multiplicando por ocho su capacidad de generación (4.500 MW)
En el primer caso superaría a Viesgo (2%), con la que negocia la compra de activos, entre otros tantos candidatos, y rozaría a EDP (5%), que se mueve en la misma cuota, según los últimos datos de la CNMC. Nada que ver con la cuota en el mercado libre de Endesa (34%), Iberdrola (23%) y Gas Natural Fenosa (14%), con las que competirá.
La aspiración de Imaz es llegar a una capacidad de generación de 4.500 megavatios (MW) en 2025, frente a sus 600 MW actuales y una cartera de 2,5 millones clientes. Ojo, hablamos de compra de activos eléctricos de generación, fuera de los negocios regulados, como avanzó Hispanidad, y que den una rentabilidad superior al 10%. De lo contrario, Imaz es claro: no los comprará.
“Queremos ser un actor relevante en gas y electricidad en España”, ha dicho el consejero delegado, pero no con base en grandes operaciones corporativas -de 1.000 millones, sino de “decenas o centenares”-, como también adelantó Hispanidad, al situar las claves del plan estratégico como la suma de muchas pequeñas inversiones.
El cambio climático implica también un cambio semántico en la petrolera: renovables y gas
Entre los activos a comprar, el baremo está, no sólo en su rentabilidad, sino también en las bajas emisiones; es decir, energías renovables y ciclo combinado, ahora en precios interesantes, por debajo de las inversiones en esos activos.
Se impone el cambio de semántica para la petrolera, que “produce mucho gas, más que petróleo” y que “quiere ser parte de la solución al problema del cambio climático”. Referencia obligada, en ese sentido, y sin ser preguntado al respecto por la nueva ministra de Energía y Transición Energética, Teresa Ribera, para que España apueste por reducir las emisiones de CO2, aunque con eficiencia, sin perjudicar en costes a la industria ni al consumidor.
Guiño a la nueva ministra Teresa Ribera para que España apueste por reducir las emisiones de CO2
Fuera de España, los objetivos de Repsol son crecer en todas áreas de upstream (operaciones de exploración y desarrollo de las reservas de crudo y gas natural) y downstream (actividades de refino, químico, lubricantes, trading y transporte de crudo y productos), con inversiones de 15.000 millones de euro, repartidas en un 53% y un 45%, respectivamente.
La referencia en el precio del barril para llevar ese plan a buen término está en 50 euros de media en los tres próximos años, con un flujo de caja operativo de 700 millones más de downstream y una deuda de 0,7 veces el Ebitda, frente a 1,1 veces de media en el sector.