Este jueves han llegado a la CNMV las cuentas de 2020 de Repsol, la energética presidida por Antonio Brufau. Quizás no hace falta que reiteremos que lo hace en un entorno muy delicado para las compañías del sector: la crisis sanitaria del coronavirus ha provocado una caída de la producción industrial, con la consecuente reducción del consumo energético, y ha encontrado a las grandes corporaciones del sector en el momento álgido de una profunda remodelación tecnológica de su producción en la búsqueda de la llamada “descarbonización” que transita hacia la producción de energías más verdes, renovables y sostenibles, y en términos económicos, en un momento de importantes inversiones en esta renovación.
No creo que nadie esperase alguna mejoría en el resultado de este último trimestre del ejercicio, periodo en el que las compañías realizan ajustes en valores de activos, que en el caso de Repsol han significado 978 millones de euros (M€) en su valoración de inventarios. Todo ello, con el ojo puesto en los precios futuros del crudo y del gas, con unas provisiones de 2.911M€ por el valor de los activos de explotación y producción de estos productos, lo que ha dejado un resultado neto de -3.289M€ frente a los -3.816M€ del pasado ejercicio, en el que las provisiones principalmente por el negocio Upstream (exploración y producción) ascendieron a 4.849M€.
El Ebitda baja en todos los negocios: en 2.165M€ en el de exploración y producción, en 2.158M€ en el negocio industrial y en 89M€ menos en el comercial y renovable
El Ebitda obtenido en el ejercicio ha sido de 2.730M€, frente a los 7.161M€ (-61,8%) obtenidos en 2019, dejando claro el impacto de la situación económica mundial en el resultado de la compañía, con 2.165M€ menos en el negocio de exploración y producción, 2.158M€ menos en el industrial y 89M€ menos en comercial y renovables. Los gastos de explotación se reducen en 1.473M€ y los 433M€ obtenidos en diferencias de cambio respecto al 2019 junto a los 960M€ menos obtenidos por la aportación de las empresas contabilizadas por el método de la participación han dejado en -3.304M€ el resultado antes de impuestos, 103M€ de pérdidas más que en 2019.
La deuda neta de Repsol al cierre del ejercicio asciende a 3.042M€, 1.178€ inferior a la del cierre del pasado ejercicio (-38,7%), cifra que podría ser importante si no fuese por que contempla 1.243M€ procedentes de desinversiones y 1.209M€ por ventas de sociedades y nuevos arrendamientos. El flujo de caja por operaciones se ha reducido en 2.640M€ respecto a 2019 y las compras de autocartera han sido 1.466M€ inferiores a las del pasado ejercicio, lo que hace que los 811M€ de caja generada en el periodo sea 1.798M€ superior a la de 2019.
Durante el ejercicio, la energética realizó emisiones de bonos por un total de 3.850M€, de los que 1.500M€ fueron perpetuos subordinados para fortalecer el patrimonio.
La deuda neta baja en 1.178M€, pero ojo, contempla 1.243M€ procedentes de desinversiones y 1.209M€ por ventas de sociedades y nuevos arrendamientos
Evidentemente, aunque estos resultados se han producido dentro de una complicada situación mundial como consecuencia de la pandemia producida por el Covid-19, que nos ha hecho ver un extraordinario descenso en la producción industrial e importantes bajadas en el consumo privado, que han castigado y de qué forma a Repsol, creo que además le ha pillado con el paso cambiado. Y es que coincide en tiempo con la presentación el pasado mes de noviembre de su plan estratégico para el periodo 2021-2025, en la que su CEO, Josu Jon Imaz, explicó los planes de la compañía para incrementar su rentabilidad y llegar a remuneraciones al accionista de 0,60 a 0,75€ e incluso a 1€ en 2025 con recompra de acciones propias.
Para ello se han de cumplir algunas premisas que parecen bastante alejadas en el actual contexto, tales como la reducción de inversiones en los negocios de gas y petróleo, el incremento en la electrificación industrial y la reducción del precio del crudo a 40 dólares/barril. Para ello además debe comprometer en el periodo inversiones por 18.300M€, que financiaría confiando en la liquidez que le proporcionaría un importante crecimiento del flujo de caja con un precio del barril de Brent en 50 dólares y de 2,5 dólares en el Henry Hub de gas. Ello llevaría acompañado la reducción de emisiones de carbono en el periodo para llegar al 0% en el horizonte de 2050. A la vista de la situación actual y de las cifras presentadas este jueves se nos antoja una quimera, y más viendo que el resto del sector está en la misma línea de importantes pérdidas.
Junto a las cuentas, Repsol ha presentado un programa de recompra de acciones propias por 40,5M€, con los que intenta compensar al accionista la bajada en el pago de dividendo. Y esta sería la razón de que suba más de un 2,6% en bolsa, siendo el valor con la segunda mayor alza del Ibex, tras Acciona, en la mayor parte de la sesión de este jueves, aunque al final de la misma, el entusiasmo se ha bajado al 1,1%, quedando tras Acciona y Almirall.