El refranero patrio tiene citas para todas las situaciones, y en este caso el primero que se me ocurre al ver las cuentas presentadas este miércoles por Bankia es aquel que dice “no hay mal que por bien no venga”. Y me dirán que esto a qué viene cuando estamos tratando de una situación de excepción tan delicada y de algo tan serio como es la economía patria. Pues esto viene a colación porque, como ya llevo tiempo escribiendo en cada artículo sobre las cifras que presenta la entidad presidida por Goirigolzarri, y que no tenía prácticamente posibilidades de cumplir el plan estratégico que finaliza en este 2020 -pero después de la que nos está cayendo y la que nos queda por caer, es ya imposible-, espero que los gestores de nuestra Bankia no caigan en la tentación de culpar al virus.
Entrando en números que, en principio, es lo que hoy nos trae aquí, Bankia ha evaluado su primera previsión de pérdidas en 125 millones de euros (M€), 110M€ para pérdidas en activos financieros y 15M€ para deterioros de activos inmobiliarios. Estas provisiones han reducido el resultado neto del trimestre en un 54%, dejándolo en 94M€. De todas formas, el trimestre no habría ido tampoco bien, pues sin estas provisiones el resultado habría sido de 182M€ (-11,3%).
De momento -fíjense que digo de momento, pues como explicaba el martes, las cifras del primer trimestre solo recogen una quincena del principio de la crisis sanitaria-, la parte de la cuenta referente al negocio bancario se ha medio mantenido y, aunque haya bajado un 8,7% en el margen de intereses y un 13,9% en resultados por puesta en equivalencia, el 9% más en comisiones y los 27M€ más en ROF han mantenido el margen bruto (823M€), que porcentualmente significa un 1,1% más que en 2019.
El ligero crecimiento del 2% en los gastos de administración y el -6,4% en amortizaciones, nos deja un margen neto antes de provisiones en 361M€ que supone un discretísimo crecimiento del 1,2%. Las provisiones ex COVID 19 crecen 34M€, de los que 30M€ corresponden a deterioros de activos financieros. El resultado antes de impuestos sin provisiones extraordinarias es de 247M€, en términos porcentuales, un 8,2% menos que en 2019. Y aquí mi primera incertidumbre: con los 15 primeros días de pandemia, 22M€ menos que en 2019; haciendo una proyección muy simplista, a final de año serían -396M€ como mínimo.
Es una obviedad de que esto no ha hecho más que empezar y que para el sector financiero vienen meses muy duros, que las cifras de solvencia como la de la entidad (12,95% CET1 F.L.), que aun siendo una de las más altas del sector, dudo que pueda ser una barrera para contener la cantidad de moratorias en cuotas como las que han registrado en estos primeros días y que han ascendido a 22.500. También dudo de si va a ser capaz de mantener una tasa de morosidad del 4,9%, que ha registrado una rebaja de solo el 0,1% respecto a 2019, y con una tasa de cobertura justita del 55,3% para lo que los progres llaman nueva realidad.
Otro tratamiento será las nuevas operaciones de riesgo que se están formalizando, y de las que Bankia informa que se encuentra tramitando un importe de 7.320M€ en operaciones de crédito avalado por el ICO. A partir de aquí, el resto de operaciones no garantizadas con una elevación del riesgo de devolución, a qué tipo se formalizarán y con qué garantías de recobro para que Bankia pueda mantener una rentabilidad que le permita mantenerse en el sistema.
Como veíamos ayer en el Santander, Bankia también está sufriendo muchísimo más el castigo en bolsa, con una capitalización de 3.125M€ a finales de marzo, mientras que en diciembre el valor era de 5.840M€ (-46,5%). Este miércoles, después de la publicación de las cuentas, el valor sería de 2.824M€, con una cotización al cierre del artículo de 0,92€, frente a los 1,90€ a los que cerró 2019.
¿Qué va a pasar con Bankia después de toda esta situación? ¿Venta? No creo: es el juguete financiero del gobierno sociocomunista. Y nada de dividendos: los de este año están también suspendidos, con lo que probablemente vamos a ver cotizaciones históricamente bajas de su valor. Y sobre todo, olvidemos el ya histórico plan estratégico. Todo esto parece obra de un gafe que se ha cebado con la entidad.