Ha presentado este jueves resultados a cierre del tercer trimestre de 2018 Cajamar. Ya saben, la antigua Caja Rural de Almería que, a base de ir absorbiendo otras cajas rurales y cooperativas de crédito, se ha convertido en un monstruo con unos activos totales en balance, a 30.09.18, de casi 43.000 millones de euros (más de 7 billones de nuestras pesetas), 5.500 empleados y más de 1.000 oficinas. El beneficio publicado a dicha fecha para los nueve primeros meses de 2018 ha sido de 70 millones de euros, un 3,9% más que a para igual periodo de 2017.
El análisis de los márgenes muestra que casi todos crecen de manera moderada desde el comienzo de la cuenta de resultados. Así, el primero de todos, el de intereses, lo hace en un 2,3%, aunque el que viene a continuación, que recoge no solo el diferencial entre los ingresos y gastos por intereses, sino también los resultados que se derivan de las comisiones, las operaciones en los mercados y la variación del precio de los activos y pasivos más o menos líquidos, decae en un 1,8%. En esta caída, lo que más ha influido es el descenso en los beneficios por operaciones financieros y valoración de instrumentos financieros, y es que el fin de la larga etapa de tipos bajos comienza a pesar en las cuentas de resultados de las entidades.
Lo importante no es la banca, sino los estados, y los tipos no pueden subir mucho si queremos que los déficit públicos no se disparen
Esa posibilidad fácil de generar resultados, simplemente porque la política monetaria laxa ha creado una burbuja de deuda pública que hacía que estos títulos, los de deuda, valieran cada vez más, se ha acabado. Ahora no sabemos qué es mejor: que se queden como están o que suban con el consiguiente aumento del margen de intereses -buena noticia para la banca-, pero con la pérdida por valoración y operaciones en los mercados que generaría la caída de las cotizaciones de la deuda pública -mala noticia, también para la banca-. Mi apuesta: lo importante no es la banca, sino los estados, y los tipos no pueden subir mucho si queremos que los déficit públicos no se disparen. Ya veremos qué pesa más en el BCE.
La entidad ha hecho un fuerte esfuerzo en la contención de sus gastos generales, especialmente de los de personal, que se han reducido en un 6,8%, si comparamos con el resultado de un año antes.
La mejora final se la ha dado un capítulo que comienza a remitir en las entidades: las necesidades de provisionar los créditos de mala calidad que ha caído en un 61,2%, que ha permitido a la entidad absorber el saneamiento de los fondos de comercio que arrastraba por la sobrevaloración de participadas en los tiempos de la crisis.
Cajamar ha cosechado un periodo relativamente tranquilo y de normalidad. Ya podemos decir que la última crisis está casi digerida en su balance
La entidad presenta unas buenas ratios de solvencia (14,13%) y unos activos ponderados por riesgo muy bajos para el tamaño de su balance, lo que nos demuestra que está cargadita de deuda pública y de crédito hipotecario. Que la primera no se vaya al garete, en el corto y medio plazo, depende del BCE. Para cargarnos el crédito hipotecario, sin embargo, ya nos valemos nosotros solos con nuestros tribunales y nuestro Gobierno.
La morosidad le ha decrecido desde un 10,53% hasta un 8,24%, lo que está muy bien. Sin embargo, su tasa de cobertura tal vez no sea demasiado alta (45,54%) y ya saben que cuanto mayor sea ésta, mejor.
Los ratios de liquidez son buenos. El de corto plazo dobla las exigencias legales y es que, después de lo que pasó con el Popular, bromas las justas con la liquidez. El ratio de financiación estable está razonablemente holgado, aunque sin exageración.
Cajamar ha cosechado, pues, un periodo relativamente tranquilo y de normalidad. Creo que ya podemos decir que la última crisis está casi digerida en su balance, aunque un mayor esfuerzo de cobertura del riesgo de crédito, como ha hecho con el provisionamiento de los fondos de comercio, ayudaría a confiar más en sus números. Es posible que este año no haya dado para las dos cosas.