- Mejora un 22% su beneficio en 2017, hasta 2.121 millones, por encima de los 2.100 que esperaba ganar en 2018.
- Sube un 3,6% en bolsa, más preocupada al principio por los tipos en EEUU, que por el resultado operativo ( 29%).
- El área de Exploración y Producción aporta al beneficio 632 millones, dos veces más que el año anterior.
- Reduce la deuda un 23%, a 6.267 millones: el ratio de apalancamiento de 2,4 a 0,9 veces el Ebitda,
- Y con la desinversión en Gas Natural, queda en 0,4 veces, pero seguirá siendo una petrolera.
- Anuncia una mejora del dividendo del 12,5% con la recompra de la parte en acciones del scrip para compensar el efecto dilutivo.
En un momento en el que parece que todas las empresas se están forrando, también en 2017, que nos digan que Repsol ha obtenido un beneficio neto de 2.121 millones de euros, un 22% más y por encima de los 2.100 que esperaba alcanzar en 2018, casi nos parece poco. Con esos resultados, sube con fuerza en bolsa, a pesar de que al principio de la sesión parecía que preocupaba más las andanzas de Donald, en este caso Trump, con una loca política fiscal -aunque Buffet esté encantado-, que los fundamentales de las cotizadas. Con un añadido: la perspectiva de una ligera subida de los tipos, que dejará el dinero improductivo invada el mercado. Por fin tendremos un precio de referencia para el dinero que permita adoptar decisiones económicas coherentes. Sea como fuere, los resultados de Repsol son de los mejores en los últimos seis años, en un escenario siempre complicado para las petroleras. Con precios bajos de sus materias primas, la empresa tuvo que realizar importantes ajustes en su actividad, desinvirtiendo y corrigiendo su rumbo a mercados más rentables. La caída de precios del petróleo fue una losa importante que derivó en pérdidas en 2015, superaras progresivamente después. Los ajustes fueron totalmente necesarios en el tiempo, y en alguna medida ha sido adoptados de manera correcta por sus gestores. Los resultados de 2017 evidencian que el grupo se ha aprovechado de la subida del precio del petróleo y del gas desde el verano pasado, lo que le ha permitido obtener un beneficio neto ajustado de 2.405 millones de euros, un 25% más que hace un año. Además, recomprará el 100% de la parte en acciones del scrip dividend (o dividendo flexible), que equivale a una mejora del 12,5% por dividendo. La propuesta concreta a la junta es elevar el pago correspondiente a 2017 a 0,9 euros por por acción, congelado en 0,8 euros en los dos últimos años. El área de exploración y producción es la más productiva en términos de beneficio, obteniendo un resultado de 632 millones de euros, nada más y nada menos que doce veces más que el obtenido en el ejercicio anterior, gracias a un control de costes y al reinicio de la actividad en Libia. Los datos de comercialización no están mal, aunque sin una mejora relevante respecto a periodos anteriores: 1.877 millones es una cifra adecuada de beneficios en esta actividad. Los márgenes de refino se mantiene firmes en 6,8 dólares por barril y la tasa de ocupación de la capacidad de refino sube hasta el 93,6%. Estas cifras muestran la dependencia de Repsol de los precios del crudo y del gas, un mercado marcado actualmente por una estabilización de precios en un entorno medio que, de momento, se considera razonable. No obstante, la evolución de la demanda de crudo y el papel de EEUU en su producción, junto a las mayores exigencias de medidas de potenciación de energías limpias, marcarán el camino de las petroleras en el tiempo. Si se mantiene una desvinculación del consumo de energía y evolución de la actividad económica, el tiempo marcará muy rápidamente el camino a estas empresas. En definitiva, la buena marcha de Repsol ha derivado en un incremento del 29% del resultado bruto operativo, con 6.723 millones de euros, todo un éxito. A coste de reposición, su Ebitda alcanza los 6.580 millones de euros, un 31% más. El otro aspecto relevante de sus datos contables ha sido la reducción del pasivo, con una caída de la deuda del 23%, en 6.267 millones netos al cierre del ejercicio, con una ratio de apalancamiento deuda neta/Ebitda de 0,9 veces. Un cambio relevante respecto a las 2,4 veces de mediados de 2016. Si se incorpora la desinversión de Gas Natural la cifra queda en 0,4 veces. Veremos qué hace con el ingreso en caja de la desinversión, algo que se espera sea gradual y prudente, vistas las expectativas. La evolución de la deuda se ha visto apoyada de un cash flow libre de inversiones y dividendos de 1.391 millones. Me imagino que todos contentos en Repsol, sobre todo Imaz, que percibió 4 millones de euros como consejero delegado en 2017 -seguro que más que lo que ganaba en su tránsito político-, y Brufau, que recibió 3 millones como presidente, que tampoco está nada mal. Rodrigo de Silos rodrigode@hispanidad.com