- La gasista se mantiene con un pobre crecimiento ( 1,5%), a pesar de haber logrado parar la bajada del Ebitda.
- Salva las cuentas por el descenso en las amortizaciones del inmovilizado y por un mejor resultado financiero.
- Su presidente, Antonio Llardén, cumple uno de sus objetivos: la calificación crediticia mejora o se mantiene.
- Los tres principales bancos japoneses consideran a Enagás como cliente preferente y podrían financiar parte de sus proyectos.
En la semana, en la que después de la tormenta bursátil perfecta, las cotizaciones parecen darse una tregua,
Enagás, la numantina Enagás, que junto con Indra fueron casi las únicas sociedades del Ibex que mantuvieron el tipo, presentó sus resultados de 2015.
Haciendo disquisiciones más políticas que económicas, o cuando menos rayando entre las dos, en el comentario de los resultados del primer semestre, trataba de poner en relación los resultados de las pasadas municipales con la llegada de partidos populistas
a unos cuantos gobiernos de cierta importancia, con las posibilidades reales de regulaciones más restrictivas en el sector que podrían perjudicar a estas sociedades en sus cuentas de resultados. Ahora parece que después de las generales y su incierto resultado, poco o nada ha tenido que ver en la
cotización de la sociedad, que se ha mantenido en una banda razonable de 25 euros.
Lo que parece que no se ha estabilizado han sido los
resultados del ejercicio 2015, ya que un pobre crecimiento del 1,5% los ha situado en los 412,7 millones de euros frente a los 406,5 millones del 2014. Manteniendo así el mismo crecimiento ya alcanzado a mediados del ejercicio, y que no ha podido mejorar, a pesar de haber logrado parar la bajada del Ebitda, que ha cerrado con 900,5 millones, lo cual supone un 4,2% menos que el registrado en diciembre de 2014.
Un descenso en las
amortizaciones del inmovilizado y un mejor resultado financiero del esperado, debido fundamentalmente a la reducción del coste de la deuda de la sociedad -90,9 millones por los -105,5 millones del 2014, han evitado esta vez un resultado inferior al conseguido en 2014.
Uno de los objetivos de su presidente, Llardén, era mantener o mejorar la
calificación crediticia de la sociedad. Standard and Poor's la mejoró desde BBB a A-, y por fin en el último trimestre, Fitch mantuvo el rating de Enagás en A-, dando así aire a la acción en bolsa.
Puede ser que también esta mejora y mantenimiento de la calificación crediticia haya sido un acicate para que los tres principales bancos japoneses Bank of Tokyo, Sumitomo y Mizuho hayan calificado a Enagás como
cliente preferente, en disposición de participar en la financiación de sus proyectos. Entre ellos, el gasoducto en Perú o el Trans Adriatic Pipeline, incluso en sus emisiones de bonos, si fuese necesario, ya que la sociedad manifiesta tener cubiertas las necesidades de tesorería con la última
emisión de bonos por 400 millones, que ha elevado la deuda por este concepto a lo largo del año en 717,6 millones netos respecto al ejercicio anterior.
La deuda bancaria también ha sufrido un incremento de 146,6 millones netos a lo largo del 2014.
Las inversiones de Enagás han ascendido en el 2014 a 280,3 millones, cuando el objetivo era el llegar a los 430 millones. La mayor parte se realizaron en el primer semestre del año, destacando los 93,5 millones desembolsados en la compra del 50% de
Swedegas y los 97,4 millones de dólares pagados por el 4,34% de
TgP.
También en el 2014 ha quedado encallado un recurso contencioso administrativo de Gas Natural ante el Tribunal Supremo. Una de las apuestas de la compañía es el llamado
hub gasista, que pretende ser una plataforma de intercambio de contratos de gas, similar a una bolsa de valores sobre el gas.
Para los accionistas queda la promesa de
Antonio Llardén de aumentar en un 5% el dividendo de la sociedad, para que se sitúe en el 2016 en 1,39 euros.
Esperemos a ver cómo reacciona el sector ante las incertidumbres político/económicas a las que nos estamos enfrentando, ya que el sector energético se ha mostrado siempre especialmente sensible a los vaivenes del eterno intervencionismo al que se ha visto sometido por parte de los diferentes gobiernos, en base a su especial carácter estratégico.
Rodrigo de Silos
rodrigode@hispanidad.com