Los ciclos electorales son una época fantástica para poder comparar la gestión pública con la privada, sobre todo cuando en los horripilantes debates electorales sacan a colación las posibles puertas giratorias -y de manera especial en el sector eléctrico- que tanto asco dan a algunos y que alguna lógica tiene. No todos los políticos ocultan su currículo profesional por formar parte de la esfera privada de uno; orgullosa debería estar de la experiencia previa que lleva al ámbito político demostrando que al salir del terreno público podrá continuar con una senda laboral exitosa. Aspecto diferente es que no tenga tal experiencia, en cuyo caso es normal que acabe en la calle o que se juzgue inadecuado el uso de sus conocimientos en el sector privado. Lo suyo sería un ascensor, no una puerta.
Y es que en el fondo, la gestión de los resultados de una entidad privada, en este caso de una entidad eléctrica como Endesa, que presenta sus resultados del tercer trimestre y por tanto, de los nueve primeros meses del año, tiene algo más de lógica que las finanzas públicas. Cuando un político promete ingentes cantidades de gasto público debería ser obligatorio presentar una memoria económica en condiciones que le permita valorar su rendimiento, pero no sólo social, sino también en la recaudación futura del sector público. Ello es importante cuando el endeudamiento es ya un problema importante, y no tanto por el volumen sino por la incapacidad para gestionarlo. Si por cada promesa incumplida, por cada punto más de deuda para nuestros hijos, se descontara de su puerta giratoria futura más de uno se pensaría mucho prometer gastos sin inversión. En el caso de una eléctrica, cuando promete el cierre de las centrales de carbón es consciente -algo que cabreó a Moncloa por hacerlo en campaña electoral-, y así lo refleja, de su efecto en la cuenta de resultados.
El impacto del cierre de las centrales de carbón en el resultado neto es de 1.052 millones, mientras el beneficio ordinario se sitúa en 1.228 millones (+3%)
Así, Endesa es un ejemplo del efecto de las decisiones políticas adoptadas y este martes, la acción ha bajado un 0,82%. A lo largo de los nueve primeros meses del ejercicio ha presentado un resultado de 176 millones de euros, un 85% menos que en el mismo periodo del año anterior, cuando pudo declarar un importante beneficio de más de 1.100 millones. Endesa ha asumido su compromiso de cierre de las centrales de carbón anunciado el 27 de septiembre, lo que deriva en un impacto brutal en la cuenta de resultados, y ello pese a que su beneficio ordinario crece un 3% en el periodo hasta los 1.228 millones.
El deterioro registrado por el valor contable de los activos supone una imputación a resultados de 1.398 millones de euros con un impacto en el resultado neto de 1.052 millones de euros. Justificado sobre la base de la pérdida de competitividad de las centrales de carbón, y como respuesta al proceso de descarbonización de la economía española, la entidad sigue cumpliendo, sin extraordinarios, los objetivos marcados para el curso actual. Su Ebitda ha crecido en el periodo hasta los 2.298 millones (un 4% más), toda una garantía de que la promesa de cierre es algo gestionable. Probablemente esta promesa y esta actuación tiene más valor social y económico que cualquier decisión ministerial, compensando la leve caída de los ingresos en un 4%, hasta los 14.805 millones. Y ojo, este deterioro no afectará a su dividendo, siendo el 100% del beneficio ordinario. Los italianos de Enel, dueños del 70% de Endesa, aplaudirán con creces y podrán seguir ordeñando a la eléctrica española tras años de vaciamiento.
Centra su actividad en las renovables, que ya acaparan más del 50% de las inversiones
En línea con otras entidades eléctricas del malvado oligopolio, la entidad centra su actividad de manera importante en el sector de las renovables, donde se ha planteado en el corto plazo atender a las subastas adjudicadas en el ejercicio 2017 con un total de 879 megavatios (MW) eólicos y fotovoltaicos. Más del 50% del total de las inversiones del grupo se han enfocado a proyectos en renovables permitiendo que las tecnologías libres de emisiones de CO2 representen más del 58,2% del mix de generación de la empresa, ocho puntos más que hace un ejercicio. Todo ello sobre la base de una cuota de mercado del 18,8% en generación peninsular y un número de clientes en el mercado liberalizado de 5.825.091, cifra que se ha incrementado un 1,8% respecto a los existentes hace un año. Y todo ello, en un mercado con una caída significativa de la demanda eléctrica durante los nueve primeros meses (-3%) como consecuencia de las altas temperaturas y de la ralentización de la economía sobre el consumo de las grandes empresas.
El pasivo neto se eleva en 1.455 millones por culpa de la NIIF 16 y el pago de dividendos con cargo a resultados (1.511 millones)
Finalmente, hay que destacar que, pese a esos datos, el cash flow operativo es un 59% más alto que en los nueve primeros meses de 2018. consecuencia de la mejora en su capital circulante. Y en el terreno del balance, un aumento del pasivo neto en 1.455 millones por culpa de la NIIF 16 -malditos contables- y el pago de dividendos con cargo a resultados por valor de 1.511 millones (Enel se llevó 1.058 millones). Al hilo del jugoso dividendo, conviene no olvidar el conflicto laboral que vive Endesa por haber dejado sin descuento en la factura a 26.000 empleados jubilados, pese a que sólo le cuesta 40 millones, y que se ha convertido en el principal escollo a la hora de desbloquear la negociación del V Convenio Colectivo, pues UGT ha roto la unidad de los sindicatos.
No olviden el conflicto laboral que vive Endesa por haber dejado sin descuento en la factura a 26.000 empleados jubilados
Mucho se habla de las puertas giratorias del sector público al privado, del Ministerio a la empresa eléctrica, de la secretaría de Estado al Ibex 35, pero poco se dice del camino contrario, de cómo aprovechar el sector público para incrementar nuestros ingresos y presumir de vivienda, que no de currículo. Si cada promesa electoral tuviera su efecto en resultados, tal y como ha hecho Endesa, no tenemos tan clara la presencia del ascensor social de alguno o alguna. O por lo menos, el ascensor no sube a la cuarta planta, sino que baja al sótano, donde más de uno debería buscar el efecto de sus promesas.