¿Ha sido un espejismo? La pregunta es pertinente después de los tres primeros trimestres del 2018 en los que la entidad dirigida por Manuel Menéndez nos ha mantenido boquiabiertos con los resultados de su entidad, sobre todo por el descalabro cosechado en el ejercicio 2017, cuando tuvo que destinar 269 millones de euros (M€) a deterioros de sus inversiones, la incidencia de los tipos de interés en el margen y la transición en el control de los gastos de administración, habían llevado a la entidad a presentar unas pérdidas de 302M€.
Como dice el refrán castellano que no hay mal que cien años dure, “ni entidad financiera que los resista”, añadiría yo, Liberbank parece que se ha puesto las pilas y, con algunos afortunados retoques en su gestión, ha dado la vuelta a una situación francamente obscura y que podía poner su solvencia financiera en entredicho, además de situarla en una posición de precariedad en la más que probable fusión con la andaluza Unicaja, tal y como se viene anunciando. Por cierto, según Menéndez, “las conversaciones siguen su camino y no hay nada nuevo por el momento para comunicar al mercado, por lo que no contestará a ninguna pregunta hoy en cuanto a este tema”, se ha limitado a decir este jueves durante la presentación de los resultados.
En el artículo del pasado trimestre ya alabé la reacción de la entidad y la labor de su CEO por los resultados acumulados del ejercicio hasta esa fecha que, como veremos a continuación, han sufrido una corrección en su crecimiento en los tres trimestres precedentes, pero no quisiera en absoluto desmerecer la opinión que ya había expresado.
La progresión sí se ha mantenido en el margen de intereses y ha registrado un crecimiento del 11,5%
El resultado final del ejercicio ha sido de 110M€. Evidentemente, nada que ver con las pérdidas de 302M€ registradas en 2017. Eso sí, la progresión trimestral registrada, 29M€ en el primer trimestre, 55M€ en el segundo y 24M€ en el tercero, se ha quedado en tan solo 2M€ en la última parte del año.
La progresión sí se ha mantenido en el margen de intereses, epígrafe fundamental en este tipo de entidades y ha registrado un crecimiento del 11,5%, situándose en 453M€ frente a los 406M€ de 2017. También se mantiene la cifra de comisiones netas, con un ligero crecimiento del 0,9%, importante, en especial por el entorno de gratuidad en los servicios instaurado en los últimos años entre las entidades españolas. El margen bruto, sin embargo, ha bajado un 0,9% debido a los 56M€ menos por los dividendos recibidos y las diferencias de cambios.
La contención de los gastos de administración que viene registrándose en los últimos ejercicios, da un margen de explotación de 247M€ (+10,7%), superior al de 20017. Los 20M€ más en dotaciones por provisiones y los 211M€ menos registrados por deterioros de activos financieros, son las otras cifras que nos ayudan a comprender el resultado obtenido en este ejercicio por Liberbank.
Los recursos de clientes en balance crecen un 4,8% y los recursos fuera de balance también crecen en un 3,8%
En lo que se refiere al riesgo del crédito, la entidad, siguiendo la ruta del resto de entidades financieras, ha reducido un 39,9% el riesgo de dudosos, un 22,8% los activos adjudicados y la ratio de morosidad ha descendido del 6,2% al 4,9%, con una ratio de cobertura del 53% en dudosos y de un 50% en los adjudicados.
En cuanto a la posición de liquidez, la ratio créditos/depósitos ha subido ligeramente del 90,7% al 93,0%.
Los datos de balance también mejoran. Los recursos de clientes en balance crecen un 4,8% (cifra que no sé por qué las entidades continúan considerando positiva cuando alguna está pidiendo minorar los saldos a sus clientes, ya veremos qué ocurre si los tipos de interés suben como está previsto) y los recursos fuera de balance también crecen en un 3,8%.
Como resumen, podemos calificar de buena la gestión que se está realizando en la entidad, en especial, con las dificultades que conlleva el tamaño y la rémora de los turbulentos tiempos del crédito desenfrenado. Y buena también por la prudencia para no volver a dejarse llevar por la corriente que no hace tanto arrastró al precipicio a una parte del sistema financiero español. Las entidades de este tamaño suelen pagar cara su permanencia en el mercado.