• Eso sí: crece la generación de caja que, a fin de cuentas, es la clave.
  • Pero el mercado no le ha perdonado y derrumba la cotización.
  • Precisamente, el bajo precio de la acción se ha convertido en el principal problema corporativo: vuelve a estar a tiro de opa.
El balance de Repsol  ha crecido muy fuertemente en los primeros nueve meses de 2015. En concreto, un 30,3%, como consecuencia de la adquisición de nuevas sociedades que se han incorporado al Grupo. Las  adquisiciones se han financiado básicamente con deuda, que crece un 55,3%, emitida, en la mayoría de los casos, asumiendo la de las sociedades adquiridas, y poco con recursos propios, que crecen mucho menos ( 9,2%). Como estos recursos obtenidos no han sido suficientes para financiar las adquisiciones, la compañía ha reducido sus posiciones más líquidas en un 16%. ¿Y a dónde nos lleva toda esta jungla de números? Pues a una reducción muy fuerte de su fondo de maniobra hasta reducirlo casi en un 100% o, lo que es lo mismo, a dejarlo a cero. Y el fondo de maniobra es muy importante porque mide, un poco a lo grueso, es verdad, la capacidad de la compañía de hacer frente a sus obligaciones de pago en el corto plazo. Está claro, que tras estas compras, el siguiente paso es una reestructuración de la deuda, para alargar los plazos de devolución de la misma, o una amortización con cargo a un incremento de capital, y mejorar de este modo la posición tesorera de la compañía, ahora mismo muy comprometida, a pesar de que los nuevos negocios han hecho crecer la generación de caja proveniente del negocio un 28%. En definitiva, no parece que haya problemas para hacer frente a la deuda aunque sí en los plazos estipulados. El colegato de esta fuerte política de inversiones lo tenemos en los resultados: el de explotación de los nueve primeros meses de 2015 se ha reducido en un tercio respecto al mismo periodo del año pasado y el de septiembre de 2015 incluso ha sido negativo. Sin embargo, no todo es negativo porque el resultado bruto de explotación, el mismo que el anterior pero sin reconocer los deterioros que una fuerte inversión conlleva, ha crecido casi en un 50% en estos primeros nueve meses y el de septiembre de 2015 casi dobla al del año pasado. Sin embargo es muy preocupante que la ampliación de los márgenes que nos indican las cifras de ventas (-14,3%) y de aprovisionamientos (-25%) no se hayan aprovechado para generar unos mejores resultados de explotación, brutos o netos. Además, los gastos financieros, a pesar del fortísimo crecimiento del endeudamiento, sólo lo han hecho en un 20%, como consecuencia de la bajada de los tipos de interés en el ejercicio, lo que sin duda ha animado a estas compras tan apalancadas, y, por otro lado, la factura fiscal se ha reducido en un 75%. Estos dos factores hacen que, al final, el resultado de estos primeros nueve meses caiga "sólo" un 50% y, por ende, el beneficio por acción. Menos beneficio y más riesgo no es el mejor cóctel para el precio de la acción que esta mañana caía más del 5%, cuando el Ibex-35 lo hacía en poco más del 1%. En los últimos doce meses la comparativa es aún peor: Ibex-35 1%, Repsol -34%. Para que luego digan que el mercado no es racional. Coñas aparte. El bajo precio de la acción se ha convertido en el principal problema corporativo: Repsol vuelve a estar a tiro de opa y el Ceo, Josu Jon Imaz (en la imagen) deberá ir a una reestructuración de deuda. Una empresa atractiva por su capacidad de generación de recursos y su diversificación -sus dos puntos fuertes- resulta muy apetecible para otras empresas más grandes pero menos rentables. Rodrigo de Silos rodrigode@hispanidad.com