Como tengo por costumbre, ayer lunes releía el artículo del trimestre anterior sobre el que he de escribir al día siguiente, y por un momento pensé que probablemente no tendría nada que ver con lo que la progresía política y económica está denominando ahora como “nueva normalidad”. En el caso del Santander, este miércoles he visto que, de momento, la realidad es la misma pues no ha dado tiempo a que la terrible emergencia sanitario-económica que estamos viviendo se vea refleja de forma clara en las cifras de negocio del banco. Pero el escalofrío de la cifra que de momento está provisionando de forma contingente resulta estremecedora.
Resulta difícil abstraerse a la cifra de provisiones extraordinarias que el banco de Ana Botín pone en la cabecera de su informe del primer trimestre del año, para cubrir las posibles contingencias de deterioros de activos crediticios como consecuencia del Covid-19: 1.600 millones de euros (M€), más 46M€ para costes de reestructuraciones en Europa. A partir de aquí, el resto de la cuenta de resultados pasa a tener una importancia relativa.
En teoría, los confinamientos por el Covid-19 comenzaron sobre la segunda quincena de marzo, salvo en China, por lo que la incidencia sobre los resultados sería de dos semanas como mucho, por lo que las cifras del Santander que hoy conocemos también registran un resultado que no es precisamente bueno, obviamente excluyendo las provisiones.
Entrando en cifras, el beneficio atribuido ha sido de 331M€ que, sin el impacto de provisiones, asciende a 1.977M€, lo que significaría un crecimiento del 1%, cifra insignificante si tenemos en cuenta que las cifras de negocio son bastante peores: margen de intereses -2,2%, comisiones -78M€, ingresos por dividendos -13,6%, y resultado de participadas -35,9%, con lo que el margen bruto, que en teoría no recogería aún las consecuencias sanitarias, se eleva a 11.809M€ que es un 2,3% inferior al pasado ejercicio.
Brasil continúa siendo la joya de la corona
Los costes de explotación se reducen en un 2,9%, los deterioros de otros activos, un 30%. También se deja 200M€ menos en ganancias por activos no financieros y recupera 195M€.
Por áreas geográficas, Brasil ha sido el área que más ha aportado al resultado atribuido, con 694M€, 352M€ España, 273M€ EEUU y 249M€ México.
Por lo que se refiere a cifras de balance, esta crisis sorprende a la entidad con 909.108M€, 13.165M€ más que en 2019. Los riesgos dudosos brutos se han reducido un 8% hasta los 32.743M€ y el ratio de morosidad del 3,25% significa una reducción del 0,37% interanual, con una cobertura del 71%. En nuestro país, el ratio de morosidad ha pasado del 6,88% al 7,29%, la tasa más alta en todas las áreas geográficas que opera la entidad, muy lejos de la siguiente que es Portugal con un 5,77%.
Los ratios de rentabilidad continúan bajando y el ROE desciende del 7,85% en 2019 al 6,31% actual. El ratio de eficiencia desciende 0,4% quedando en el 47,2% y lo que realmente debe preocupar a los accionistas y no accionistas es la capitalización bursátil, que pasa de los 67.292M€ a los 36.859M€, esto es, un 45,2% menos de valor de la compañía. En el primer trimestre de este ejercicio se ha dejado 1,65€ de su valor en bolsa 27,4M€.
Acusado descenso de la rentabilidad: el ROE desciende del 7,85% en 2019 al 6,31% actual
El ratio de solvencia CET1 cierra en el 11,58% frente al 11,65% de diciembre, y esto con una generación de capital de unos 1.700M€ por la eliminación del dividendo complementario.
Pues ya tenemos el primer grande que pasa por la prueba del algodón, y me permitirán que sea muy desconfiado hasta no ver cómo se han movido los demás ante esta situación, pero tengo la corazonada (sé que me puedo equivocar), de que esta crisis le va a venir bien como justificación de la tremenda debacle que le supondría que los tribunales dictasen una sentencia contraria sobre la adjudicación dactilar del Popular, y diluirla en esta situación excepcional.