Este lunes, con el primer día de frío importante que nos anuncia la llegada del invierno, la banca pública (Bankia) ha presentado sus cuentas correspondientes al tercer trimestre del ejercicio, y la verdad es que empieza a ser más que preocupante la sensación de que la cuenta de resultados de la entidad parece haber tocado su punto máximo, que el resultado esta “congelado” en una banda que oscila entre los 304 millones de euros (M€) del primer trimestre de 2017 con 12M€ de extraordinarios y un margen de intereses excepcional, y los -235M€ del cuarto trimestre de 2017 con un impacto de costes de integración de BME de 312M€. Y en este tercer trimestre del presente ejercicio, 229M€, que acumulan 744M€ de resultado neto en los tres trimestres que llevamos de ejercicio.
La primera sensación que tengo a primera vista es que con BMN o sin BMN, el techo de beneficio de Bankia está muy cercano a las cifras que se vienen repitiendo, cuando menos hasta que se vean solucionados algunos problemas estructurales.
Es en el epígrafe de gastos donde desde hace algunos trimestres se están empezando a notar las políticas de racionalización
Vamos a dar una pincelada sobre las cifras de algunos epígrafes para ver cómo se va desarrollando el negocio. En la comparativa se ha de tener en cuenta que la incorporación de BME al consolidado se realizó a principios del mes de diciembre por lo que vamos a tomar el comparativo que incluye las cifras de BMN. El margen de intereses ha ascendido a 1.542M€ mientras que en 2017 hubiese sido de 1.713M€ (1.467M€ sin BMN), las ventas de renta fija, la reducción de créditos a la clientela, de 124MM€ a 120MM€ con unos márgenes que pasaron del 1,57% en el primer trimestre al 1,51% en el tercero, son los motivos principales de estos descensos.
El margen bruto se eleva a 2.706M€; en 2017, con BMN, hubiesen sido 2.863M€ y sin BMN, 2.398M€ (+12,8%). Crecen las comisiones netas (+25,8%) como consecuencia de un crecimiento en operaciones y la incorporación de BMN, y los resultados por operaciones financieras (+21,4%) como consecuencia de la realización de plusvalías latentes en la venta de renta fija. Es en el epígrafe de gastos donde desde hace algunos trimestres se están empezando a notar las políticas de racionalización. Durante estos nueve meses se han alcanzado los 1.272M€, que en términos constantes suponen un 24,1% más que en 2017, si bien teniendo en cuenta BMN solo hubiesen crecido en 12M€.
La gestión del riesgo a corto plazo puede ser uno de los puntos en los que Bankia pueda apoyarse para hacer crecer la cuenta de resultados. De momento, la tasa de morosidad ha pasado desde el 8,9% de diciembre, a un 7,8% al cierre de septiembre. Con coberturas del 54,8%, los saldos de dudosos han descendido en un 14,5% (-1.755M€) y con un neto de dotaciones de 244M€, las mismas que se registraron en 2017 sin BMN.
La cotización de este lunes ha descendido un 5% nada más conocerse estos resultados
Más preocupante me parece la pérdida de las cifras de negocio en su balance. Así, los préstamos a la clientela han bajado desde diciembre en un 2,3% (2.988M€) y los depósitos, un 4% (5.174M€). Ambas cifras incluyen la incorporación de BMN al consolidado. Esto último puede parecer menos importante en un momento en el que los bancos no quieren pasivos de clientes por los bajos tipos, pero puede ser significativo de un principio de desaceleración de negocios de Bankia.
El ratio de solvencia CET1 Fully Loaded se sitúa en el 12,46%, misma cifra que al cierre de diciembre, y ha aumentado el ratio de eficiencia en 3,8%.
Pobres cifras, que se ven reflejadas en la cotización que desde diciembre ha bajado 0,61€ y se ha dejado 1.882M€ de capitalización. La cotización de este lunes ha descendido un 5% nada más conocerse estos resultados; cotizaba a 2,65€ mientras que a finales de septiembre lo hacía a 3,38€.
Parece que los inversores tampoco creen en la etapa que está pasando la entidad. Si contamos con los negros nubarrones que se ciernen a propósito de la sentencia del Supremo sobre los impuestos de la hipotecas, y de su actual debilidad económica, puede ser un coctel muy peligroso para nuestra banca pública.