- El nuevo presidente asegura que durante la etapa Monzón se firmaron contratos no rentables para inflar la facturación.
- Y mantiene a Javier de Andrés y al financiero, Juan Carlos Baena, bajo supervisión.
- Abril quiere llegar a la Junta de Accionistas con las cuentas claras.
- Por supuesto, olvídense de que el Gobierno venda ahora su participación.
- Y se abre una nueva vía de agua en la auditoría española: ahora KPMG.
- Por último, ¿los consejeros se enteraban de algo?
INDRA publicaba el lunes,
al cierre de mercado, los resultados correspondientes al primer trimestre del año. Su presidente,
Fernando Abril-Martorell, consiguió que la cotización se desmoronará un 10% y de pasó tiró a la baja la cotización de Telefónica, nuevo accionista de la compañía.
¿Un error de cálculo? De eso nada: una acción premeditada de quien dice está asustado por lo que se ha encontrado en INDRA y que pretende llegar a la Junta de Accionistas del 25 de junio con los trapos sucios, no lavados pero sí desenterrados.
Fernando Abril-Martorell ha sustituido como presidente ejecutivo a
Javier Monzón. Ahora habla de los tres "jotas", culpables de una contabilidad tan mal llevada que incluso asoma la sospecha de dolo. Esas tres jotas son la de Javier Monzón, la del consejero delegado -ahora relegado a Ceo-
Javier de Andrés y la del director financiero,
Juan Carlos Baena.
En pocas palabras, el nuevo equipo resume la situación de este modo: en INDRA se firmaron demasiados contratos con escasa o nula rentabilidad, con tal de inflar la facturación. Lo malo es que esta práctica podría conllevar hasta falseamientos contables susceptibles de responsabilidad penal.
Para solucionar una contabilidad mal llevada, Abril ha fichado a
Antonio Mora, antes Telefónica, después CEPSA, con dependencia directa de Presidencia, para que hiciera un informe contable global. En ello está. Hasta que no lo tenga, hasta que no conozca los resultados reales de INDRA, Abril-Martorell no abrirá el tarro de las esencias, aunque los analistas se temen lo peor y han comenzado a vender. Quizás ése haya sido su error. En cualquier caso, quiere conocer la verdadera situación de INDRA antes de la Junta de Accionistas.
Pero la revolución afecta a todo el Consejo, pues si son ciertas las acusaciones de Abril, no se habían enterado de nada, a pesar de la presencia en el mismo de gente como, por ejemplo, los
March. En segundo lugar, abre otro conflicto de la Administración con las auditoras extranjeras que controlan la auditoría en España. En el caso de INDRA, se trata de KPMG, que se supone debía haber puesto coto a una información tan maleable.
En cualquier caso, olvídense ustedes de que la SEPI venda su participación del 20% en INDRA o de que
Telefónica amplíe su porcentaje. Hasta que no se aclaren las cuentas aquí no se mueve nadie.
La pregunta del millón es: ¿Y no habría sido mejor que el nuevo presidente investigara las cuentas reales de INDRA y, a partir de ahí, no antes, diera a conocer su investigación? Porque dicha investigación aún no está cerrada pero el valor de la empresa ya se ha derrumbado.
Sí, el Gobierno apoya a Abril Martorell, pero los apoyos del Gobierno son volubles.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com