Tres semanas después de presentar pérdidas de 99 millones de euros hasta septiembre, ABN Amro anunció este lunes un ajuste del 15% de su plantilla (19.000 empleados) hasta 2024, esto es, la salida de casi 3.000 trabajadores, que se acelerará a partir de 2022.

El objetivo, cómo no, es reducir los costes en unos 400 millones de euros, hasta los 4.700 millones. No será la única medida. El CEO de la entidad, Robert Swaak anunció en agosto que el banco abandonará el negocio de banca corporativa e institucional fuera de Europa, para centrarse en los Países Bajos y el noroeste del continente.

Es la jibarización del principal banco holandés y uno de los más relevantes de Europa, que fue rescatado en 2008 por el Gobierno de los Países Bajos con 21.660 millones de euros. ABN Amro es un claro ejemplo, otro más, del ruinoso rescate bancario. A pesar de ser privatizado en 2015, el Estado holandés aún controla el 56,3% de la entidad, cuyo valor en bolsa apenas supera los 4.130 millones de euros.

Por cierto, el anuncio del plan de ajuste no ha servido para animar a los inversores: las acciones del banco se desploman un 7,5% este lunes, hasta los 8,78 euros por título.