Sacyr incorpora a Joaquín Güell Ampuero, Joaco para la familia, el hombre de los Benetton en España, en el marco de la reestructuración del Consejo de la constructora que llegará a la Junta de Accionistas, de mayo, un paso más en la guerra entre el constructor Moreno Carretero y Demetrio Carceller, primer accionista (13%), por el control de la compañía.
El constructor pidió, de acuerdo a su participación, tres consejeros, pero el consejo ha optado por reducir en ese mismo número los miembros. En otras palabras: le ha dicho que pierda toda esperanza.
No es el único cambio porque en el recorte de los tres consejeros, dejan uno de sus dos puestos el fundador del grupo, José Manuel Loureda (7%), el propio presidente, Manuel Manrique (1,3%), y también Demetrio Carceller. En concreto: José Manuel Loureda López, Gonzalo Manrique -hijo de Manuel- y Raimundo Baroja Rieu.
También ceden uno de sus puestos Carceller (13%), Loureda (7%) y el presidente, Manrique
Los otros dos nuevos consejeros que se incorporan como independientes, no dominicales, son dos mujeres, una de ellas es Cristina Álvarez, que procede de Telefónica, donde protagonizó no pocas disputas, y María Jesús de Jaén.
Pero el interés está en el financiero Joaco Güell, y el atractivo que puede tener para los Benetton, por sus ingresos o su buen equipo de ingenieros. Otra cosa es su actividad o deuda.
Güell ha asesorado a Atlantia, de hecho, en la OPA sobre Abertis, aunque está en Investindustrial, uno de los instrumentos de la familia italiana que comparte con los Bonomi. Los Benetton, dicho sea, se han quedado con Cellnex, a través de su otra sociedad, Edizioni.
Antes, Güell trabajó en la banca (Central Hispano y después Santander), en Recoletos y Lazard (entre 2007 y 2015). Conoce también Sacyr porque participó en una de sus refinanciaciones.
La disputa entre Carretero y Carceller, para completar esta historia, viene de atrás. El constructor sostiene que su participación en Sacyr es del 16%, pero Sacyr matiza que es del 5% y el resto, adicional, a través de derivados financieros. Esos productos, en fin, siguen siendo muy baratos para desestabilizar una compañía.
También votó en contra del salario de Manrique (3,5 millones) y pidió que reconozca que no tiene cláusulas de reembolso por ser consejero de Repsol.