Pedro Sánchez ha mostrado su “firme apoyo a la Administración Biden-Harris”, que muy previsiblemente empezará el próximo miércoles. Algo que se esperaba, pues el presidente del Gobierno es un buen discípulo del Nuevo Orden Mundial (NOM).
En la inauguración de la Conferencia de Embajadores, acto que no se celebraba desde 2008, y tras el asalto al Capitolio, Sánchez ha insistido en la necesidad de defender la democracia frente al populismo y en el caso de España, de cumplir la Constitución “a todas horas” y “no por partes y a ratos”. En concreto, ha referido los graves incidentes en el Capitolio contra la democracia, “atacada por un enemigo nuevo y peligroso, que utiliza y difunde la mentira a gran escala sirviéndose de las redes sociales con una amplitud desconocida; polariza la sociedad y genera un ambiente de enfrentamiento y división, y deslegitima las instituciones desde dentro y llega a cuestionar el resultado electoral cuando es desfavorable”. Argumento que le servirá para seguir endureciendo la censura en las redes sociales e impulsar su ‘ministerio de la verdad’.
Sánchez nos tiene más que acostumbrados a su orgullo y ante los embajadores no lo ha limitado: tiene interés en celebrar la Cumbre de las Democracias y que España contribuya activamente al éxito de esta convocatoria. “Defender el orden internacional abierto frente a los que propugnan modelos cerrados, autoritarios y con una franca regresión de la democracia, es una gran prioridad estratégica para todas las democracias del mundo”, ha subrayado. Además, ha aludido a algunos de los mantras que defiende el NOM, el nuevo consenso global: la crisis climática, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) -entre los que se encuentra el derecho al aborto bajo el eufemismo de "salud sexual y reproductiva"-, la Agenda 2030 -una agenda multilateral consensuada-, la igualdad de género…
El presidente del Gobierno no sólo ha hablado de EEUU, también de Rusia, con la que espera “un equilibrio entre la defensa de nuestros principios e intereses y el diálogo, aunque ha calificado como “hecho lamentable” la detención del líder opositor ruso, Alexei Navalni, a su regreso a Moscú. En el caso de Venezuela, ha insistido en que las elecciones de diciembre “no fueron ni justas ni libres” (como le oiga José Luis Rodríguez Zapatero…) y que apoyarán unas elecciones democráticas. Y ojo, porque cuando la pandemia del coronavirus le deje, quiere reactivar viajes y cumbres: para reforzar las relaciones con Turquía, Hispanoamérica y el Magreb, pero también con la zona de Asia-Pacífico (sobre todo, con China, India y Corea -del Sur, por supuesto-), y con África, pues considera que debe ser “la década de España en África” y de impulsar las relaciones con África este continente. Además, cree que “la Cooperación Española debe ser un agente de cambio para mitigar la crisis climática, erradicar el hambre y la pobreza extrema, construir un mundo más equitativo y garantizar un sistema de salud global universal”. ¡Ay, madre! Parece que no faltará más aborto y más eutanasia en todo el mundo, tristemente.