A ultimísima hora, Albert Rivera ha lanzado la oferta que Pedro Sánchez hubiera acogido de buena gana en mayo, junio, julio y hasta agosto. No sólo eso, Sánchez hubiera hecho vicepresidente a Rivera, que lo de Podemos-unidas sólo era un divertimento del PSOE para cazar su verdadera pieza: el voto llamado de centro, que nadie sabe lo que es pero todos persiguen, encanado en Ciudadanos.
Y Rivera lo ha lanzado porque la división interna d su formación le aboca a terminar como Rosa Díez, otra política que sirve paa la oposición, para denunciar lo que hacen mal los demás, pero nunca para el gobierno, tarea más creativa (o más destructiva, en cualquier caso, más).
Tanto el líder del PSOE como el de Ciudadanos son dos rencorosos incapaces de contemplar otra cosa que su propia carrera política
La alianza PSOE-Ciudadanos, ambos de origen pagano y práctica anticlericales, sólo tiene dos problemas: Rivera y Sánchez, dos políticos mínimos, ególatras y rencorosos, lo que les lleva a una mutua e insuperable animadversión personal.
Ahora bien, Sánchez, aún más ególatra que Rivera, es muy obediente a los dictados del pensamiento único, de lo políticamente correcto, en resumen, del Nuevo Orden Mundial (NOM), que desea a ambos al frente de esa España decadente, sí, que nunca sabes cuándo puede volver a la coherencia –de la que ahora está bien alejada- y que, por tanto, debe ser regida por dos políticos ególatras, incapaces de pensar en otra cosa que no sea su propia carrera política. Es decir, en sí mismos.
¿Y qué es Casado? Un hombre que ya no lucha ni por La Moncloa: sólo por mantener la presidencia del PP entre el cainismo genovita
Sánchez es un cristófobo radical disfrazado de moderado, Rivera es un pagano radical disfrazado de radical, en sus formas. Y ambos son políticos sin principios, que no creen nada. Rivera es el crustáceo: duro por fuera y blando por dentro. Sánchez es una víbora, venenosa por dentro y blanda por fuera, un homicida radical (guerracivilista, cristófobo, abortista y eutanásico) que no se apea de su traje gris y corbata azulada, que deambula entre los líderes europeos, con constantes referencias a la moderado, “lo sensato” (aquí compite con otro sensato, Pablo iglesias), la defensa de los ‘derechos’ y de los valores (republicanos, por supuesto), y el no desprecio a ningún tipo de “amor”.
Sánchez y Rivera sólo coinciden en una cosa: en su anticlericalismo. El uno desde la nueva izquierda de centro, el otro desde la nueva derecha de centro. Ambos cristófobos… justo lo que desea el NOM al frente de España.
Se me olvidaba. ¿Qué es Pablo Casado? Un hombre que ya no lucha ni por La Moncloa sino por mantener la presidencia del PP entre el cainismo genovita. Es mejor gente que Sánchez o Rivera pero trata de igualar lo desigual y así no se ganan unas elecciones.