Empecemos por el principio. En octubre de 2020, el obispo saliente de Bilbao, Mario Iceta, sancionó al sacerdote Mikel Azpeitia con la retirada de los oficios eclesiásticos después de que expresara en el documental Bajo el silencio, del director Iñaki Arteta, que la actividad de ETA “no era terrorismo, sino una respuesta a una represión”.
En el documental, el presbítero llega a valorar de esta manera el atentado que tuvo lugar en Lemona en 1981 en el que murieron dos guardias civiles: “No sabías a qué atenerte, por una parte te alegras de que, bueno, su merecido se llevan, y, por otra parte estás diciendo: pero no está bien”, recogió Vida Nueva Digital.
Ante esas declaraciones del cura Mikel Azpeitia relativizando la violencia de ETA, la Asociación Pro Guardia Civil (APROGC) remitió una carta al Papa Francisco en la que le pedía condenar la “connivencia” de algunos sacerdotes con la banda terrorista, añade Vida Nueva Digital.
Pues bien: el pasado 4 de marzo, la Nunciatura Apostólica en España (la embajada del Vaticano en España) trasladó en una carta a la APROGC las consideraciones al respecto del Papa, en las que Francisco expresaba su «cercanía» a las víctimas del terrorismo. Además, el Santo Padre se remite a los cauces internos de las diócesis vascas para que tramiten las quejas por la posible «connivencia» con ETA de algunos curas del País Vasco.
«Su Santidad asegura a la señora Uña Cantalapiedra la cercanía y la oración del Santo Padre por todas las víctimas, así como informarle que el propio Ordinario tiene la competencia en primera instancia para valorar cualquier infracción por parte de un clérigo, como se ha hecho en este caso, pudiendo el clérigo recurrir la decisión en el modo que prevé el derecho», señala la carta.
En un comunicado, APROGC ha valorado las palabras trasladadas desde la Secretaría de Estado de Su Santidad, subrayando que «traslada la cercanía y la oración por todas las víctimas», algo que agradece al valorar la «cercanía y su comprensión» del Papa Francisco.