“Santander está centrado en crecimiento orgánico y rentable y no necesitamos compras para crecer”, afirmó Ana Botín el martes, durante un encuentro con empleados del Santander. Y por si alguien le quedaba alguna duda, tras preguntarle por la anunciada fusión Caixabank-Bankia, Botín aseguró: “Estamos en una liga distinta, en una liga global”.
La presidenta del Santander quiere el BBVA, pero lo quiere bajo dos premisas: que sea fusión por absorción y que se lo den ‘regalado’. Por eso, doña Ana practicó el botiniano ‘las uvas están verdes’ y aseguró a los suyos que el banco está centrado en construir Santander One Europe, esto es, la estrategia para crecer orgánicamente en el Viejo Continente.
Con ese objetivo fichó Botín al exHSBC António Simoes en mayo, para liderar el crecimiento del negocio en Europa. A él reportarán los cuatro CEO europeos: Rami Aboukhair (España), Nathan Bostock (Reino Unido), Michal Gajewski (Polonia) y Pedro Castro e Almeida (Portugal).
¿Qué piensan en Fráncfort y en Madrid? El BCE quiere bancos muy grandes (como si eso fuera a salvarlos) y el Gobierno quiere un banco ganador en Europa y que le hagan la reconversión del sector financiero. Por cierto, el BCE no tendría ningún problema en rebajar las exigencias de recursos propios en una fusión Santander-BBVA. No sería una unión transfronteriza pero sí sería un gran banco europeo.
En esas salió el CEO del BBVA, Onur Genç, afirmando que puede haber oportunidades… para huir de Botín. “En España puede haber oportunidades” para crecer mediante operaciones corporativas, afirmó, concretamente, durante una conferencia organizada por Bank of America, celebrada este miércoles.
Por cierto, las fusiones bancarias no arreglan nada, sólo son una patada hacia delante. Ganan tiempo, pero nada más. Las quiebras bancarias o, si lo prefieren, la crisis bancaria, sólo se arreglarán cuando los tipos de interés pasen del cero al uno por ciento. El problema es que si el BCE sube los tipos, los que quebrarían serían los estados, que están endeudados hasta las cejas.
Sea como fuere, por ahora no hay negociaciones entre Carlos Torres y Josep Oliu, pero ambos buscan una salida a su situación. El presidente del BBVA necesita librarse de la amenaza Villarejo -él no está imputado pero el banco sí-, mientras el presidente del Sabadell busca la mejor manera de paliar el hecho de ser un banco doméstico centrado en empresas y pymes, con los tipos de interés al cero por ciento y en un entorno de crisis económica como el actual.
Ahora bien, Torres sólo iría a por el Sabadell y a por otros bancos medianos, si el Gobierno y el BCE le prometen librarle del Santander, sin olvidar la sombra de Villarejo, que se hace más larga aún con un Gobierno muy dado a dialogar con los jueces.
Una cosa está clara: sin el apoyo de Madrid y Fráncfort, el Santander no se comería al BBVA en la vida.