Los bancos españoles, y las dos patronales, la AEB y la CECA, se han adherido con gran entusiasmo a los Principios de Banca Responsable de Naciones Unidas. ¡Menos mal! pensará más de un incauto que únicamente se fije en el título del documento. ¿Qué entidad, en su sano juicio, se puede negar a firmar unos principios que se dicen responsables y que provienen de la ONU? La respuesta es… todas. Santander, BBVA, Caixabank, Sabadell, Bankia, Abanca y Cajamar, además de la AEB y la CECA, no tenían que haber firmado ese documento, por una sencilla razón: hacerlo implica apoyar el aborto que promueve Naciones Unidas. Por cierto, Bankinter lo hará en próximas fechas.
No es ninguna exageración y mucho menos una broma. El primer principio de banca responsable -son seis- consiste en el compromiso de alinear las actividades empresariales de las entidades con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo de París sobre Cambio Climático. Todo muy bello e instructivo, hasta que leemos con atención el punto 3.7 del objetivo tercero (Salud y bienestar):
“Para 2030, garantizar el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva, incluidos los de planificación familiar, información y educación, y la integración de la salud reproductiva en las estrategias y los programas nacionales”.
En el leguaje ONU, hablar de salud sexual y reproductiva, y de planificación familiar, es hablar de aborto en sus tres especialidades: aborto, anticoncepción y esterilización. No lo decimos nosotros, sino el Comité de seguimiento de la Convención Internacional contra toda forma de Discriminación de la Mujer, celebrada en 2004. Lo explica con pelos y señales el experto en Naciones Unidas y en el Nuevo Orden Mundial (NOM), Juan Carlos Sanahuja, en su libro ‘Poder Global y Religión Universal’.
Leemos con atención el punto 3.7 del objetivo tercero (Salud y bienestar): “Para 2030, garantizar el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva, incluidos los de planificación familiar, información y educación, y la integración de la salud reproductiva en las estrategias y los programas nacionales”
“La Convención pide en tres de sus artículos que se instrumenten programas de "planificación familiar" (artículos 10,12 y 14). Posteriormente el Comité "interpretó" que esa expresión incluye la "anticoncepción", la "esterilización" y el "aborto". Por lo tanto, lo que 1979 se entendía por "planificación familiar", cambió de significado”.
Un ejemplo, que recoge Sanahuja: Hillary Clinton, que utiliza lenguaje ONU incluso en la intimidad, se dirigió a la Cámara de Representantes de EEUU cuando era Secretaria de Estado, en estos términos: “Nosotros pensamos que la planificación de la familia es una parte importante de la salud de la mujer y la salud reproductiva incluye el acceso al aborto, que creo que debe ser seguro, legal y poco frecuente”.
No hay duda, pues, de lo que quiere decir Naciones Unidas en el punto 3.7 de los ODS. Y que nadie se lleve a engaño: lo que busca la ONU con la adhesión de la banca es dinero o financiación para llevar sus ODS -incluido el aborto, la anticoncepción y la esterilización- a todo el planeta, principalmente a los países en desarrollo. Por cierto, Naciones Unidas aplica la esterilización mayoritariamente a las mujeres. ¿Por qué no la aplica también a los hombres?
Y, como se pueden imaginar, la anticoncepción incluye píldoras potencialmente abortivas. Ya saben: la mejor manera de acabar con la pobreza es matando a los pobres, preferiblemente antes de que nazcan.
¿Por qué Ana Botín, Carlos Torres, Jordi Gual, Josep Oliu, José Ignacio Goirigolzarri, Juan Carlos Escotet, Eduardo Baamonde, José María Roldán (AEB) e Isidro Fainé (CECA) apoyan esto? No nos extrañaría que algún presidente no conociera el trasfondo de los Principios de Banca Responsable y lo que implica firmarlos. Ahora ya lo saben. Y si no van a presentar una enmienda a la totalidad, al menos manifiesten su rechazo al punto 3.7 de los ODS. No es algo menor.