• Como vicepresidente ejecutivo y responsable de riesgo, además de ser el rostro del Grupo en España. 
  • Mientras, el Ceo saliente, Javier Marín, mantiene un pulso con la dirección: no cobrará su indemnización de 14 millones de euros a lo largo de 17 años.
  • Es decir, no como Corcóstegui. Y encima no podrá trabajar en el sector financiero (48 años de edad).
Rodrigo Echenique (en la imagen), el hombre que pilotó la sucesión de urgencia tras el repentino fallecimiento de Emilio Botín, se consolida ­-tras la remodelación anunciada el viernes- como número dos del Banco y mano derecha de Ana Botín. De hecho, está a punto de abandonar sus cargos extra, como presidente de Vocento y de NH, así como el cargo que se disponía a ocupar como presidente de Metrovacesa, donde el Santander se ha hecho con la mayoría. Echenique está llamado a ser el rostro del Santander en España, dentro del empeño de Ana Botín por crear un banco global que no tendría por qué ser dirigido desde Madrid sino desde Londres. Su función como controlador de riesgo le sitúa incluso por encima del Ceo, José Antonio Álvarez y mano derecha de la vicepresidenta. Los cambios acelerados en la nomenclatura del primer banco español y cuarto de Europa no son fáciles. Por ejemplo, aún queda pendiente el acuerdo definitivo con el ex Ceo, Javier Marín. El acuerdo consiste en que Marín se prejubila, ergo sigue siendo legalmente trabajador del Santander, con un salario fijo que supera los 800.000 euros anuales. El asunto estriba en que no los cobrará de un golpe ­como ocurriera con Ángel Corcóstegui (110 millones de euros) sino a lo largo del tiempo. Y ahí está la trampa: tiene 48 años, le quedan 17 para jubilarse, lo que representa una indemnización total de 14 millones de euros. Ahora bien, durante ese tiempo no podrá trabajar en el sector financiero, salvo con permiso del banco. Y si el banco se lo concede, ¿seguiría cobrando esos 800.000 euros anuales? La teoría dice que no pero todo está en discusión. Como siempre.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com