En su segundo día de declaración en la Audiencia Nacional -jueves 31- ante el juez José Luis Calama, el expresidente del Banco Popular, Ángel Ron ha identificado a su sucesor en el cargo, Emilio Saracho, como la fuente de la información que precipitó la caída del banco. Ron explicó al juez las pruebas de que fue el mismísimo presidente de la entidad quien provocó el siguiente titular en el digital 'El Confidencial': “Saracho pone en venta el Popular por riesgo de quiebra”.
¿Y por qué? Pues porque Saracho no quería sanear el Popular sino venderlo, si era necesario barato, al mejor precio posible para el comprador. Fiel a su lema: “no tengo ni puta idea de cómo se gestiona este puto banco”.
Tres meses antes de la intervención, Saracho viajó a Francfort para amenazar al BCE con “estrellar” el banco. A bodas me convidan, pensó Elke König: primera liquidación de un banco en Europa
La noticia de 'El Confidencial' data del 11 de mayo de 2017, pero ya en el Consejo de abril, Saracho explica que puede conseguir 3.000 millones de euros sin recurrir a una ampliación. Según él, se trataba de aclarar las ventas de Total Bank y Wizink, que Ángel Ron ya había dejado enfiladas y que él paralizó: lo consideraba un premio para el comprador. Y claro que lo fueron: el Santander ejecutó las ventas y financió una ampliación de capital que no sólo reforzó los recursos propios del Popular, sino también los del Santander... entre otras cosas, con las ventas de Total Bank y Wizink.
La prueba es que en el Consejo previo a la Junta de Accionistas, Saracho insiste en ampliación de capital o venta del Popular, olvidándose de la enajenación de activos prometida.
Pero hay más. Tres meses antes de la intervención que tuvo lugar en la madrugada del 6 al 7 de junio de 2017, Saracho viajó a Fráncfort para amenazar al BCE con “estrellar” el banco. Habló con Danielle Nouy, entonces directora de supervisión del regulador europeo, pero fue la presidenta de la JUR, Elke König, quien debió pensar: “a bodas me convidan”. Le habían puesto al alcance de la mano unas maniobras con fuego real, ensayo auténtico de un proceso de liquidación de bancos, el gran problema insoluble de la unión bancaria europea. Y a esa boda no le invitaba cualquiera: le invitaba, sin saberlo, el propio presidente de la entidad: si dices que estás quebrado tendremos que intervenirte.
No era tal la intención de Saracho, claro está. Saracho quería dos cosas: que el BCE no le quitara su bonus de bienvenida, de cuatro millones de euros, luego se llevaría otros cuatro, ni el de su hombre de confianza, el financiero Miguel Escrig. Pero al mismo tiempo aseguraba que el reflotamiento no era posible -era más que posible- y que se necesitaba venderlo para evitarle un problema al BCE.
Cuentan las crónicas que aquel día, la imperturbable Danille Nouy, la mujer de hielo, meneó la cabeza insistentemente intentando decidir si Emilio Saracho era un loco o un listo.
El caso es que tanto el propio BCE como la JUR decidieron aquel día, no la liquidación, sino la venta por un euro al Santander de Ana Botín. Venta que podría marcar un precedente para el futuro.
Ron asegura que Saracho paralizó la venta ya iniciada de Totalbank y Wizink para poder vender el Popu a buen precio. Se vendió por un euro
Y lo que hicieron fue aceptar que la situación del Popular era trágica -aunque las noticias que les llegaban desde el Banco de España eran muy distintas y defendían la solvencia del Popu-, pero también decidieron que no sería aquel extraterrestre llegado de JP Morgan quien vendiera. Lo venderían ellas y el Gobierno español cerraría la boca. Y la cerró.
Además era el ‘banco del Opus Dei’. No sería Luis de Guindos, ministro de Economía y miembro del Opus Dei, quien se jugara su prestigio. No quería que nadie pudiera decir que había ‘ayudado’ al conocido como ‘el banco del Opus’. Hoy es vicepresidente del BCE.
Y nadie pedía que ayudara: simplemente que dijera lo mismo que aseguraba el Banco de España: que el Popular era solvente y viable. Lo mismo que, a posteriori han dicho los peritos del Banco de España a las órdenes del juez Calama.
Dos han sido los personajes a los que les ha salido el tiro por la culata: Elke König, que tras el fiasco de su intervención no ha podido repetir la hazaña ni institucionailizar el proceso -el Gobierno italiano se negó en redondo a que hiciera lo mismo con sus entidades en dificultades- y Emilio Saracho, que denigró para vender y la venta acabó en regalo.
¿Y por qué Saracho se empeñó en vender el Popular en lugar de sanearlo que es para lo que se le fichó? Pues porque iba en su naturaleza. Los banqueros de inversión no gestionan, compran y venden.