Seat ha elegido Madrid este año para presentar sus resultados de 2017 -con una espectacular puesta en escena, dicho sea-, aunque desmarcada esa decisión del actual contexto político en Cataluña. El presidente, Luca de Meo, esperaba la impertinente pregunta, pero ha dado la callada por respuesta: “No mezclamos nuestra actividad con el debate político; la posición de Seat es conocida”.
Uno se pregunta entonces, naturalmente, por las razones del traslado puntual, con un indefectible golpe de efecto, muy acertado por cierto, aunque dé que hablar -en Madrid y también en Barcelona- para explicar un año récord de resultados.
El beneficio neto asciende a 281 millones, un 21,3% más y operativo, de 116 millones, por las inversiones en el lanzamiento de nuevos productos, y ha sido posible por un volumen de negocio de 9.552 millones de euros (+11,1%) tras la venta de 468.400 coches, el nivel más elevado desde 2001. El cash flow creció un 24,4%, hasta 947 millones.
Al anunciar los resultados en Madrid logra un golpe de efecto, dentro de una lógica industrial: 2017 ha sido el mejor año de Seat
El gesto de presentar resultados en Madrid tiene también una lógica industrial por el buen momento de la filial española de Volkswagen. Dicho de otro modo: ha superado los años duros y ha aumentado un 50% su facturación desde 2013.
Es, de ese modo, una de las marcas que más crece en Europa, con una gama que cubre el 75% de la demanda. La planta de Martorell, de hecho, funciona al 95% de su capacidad, lo que quiere decir que depende plenamente de sus instalaciones en Cataluña. El único puente en el exterior, de momento, es la planta de Argelia.
Y Martorell funciona a pleno rendimiento por el lanzamiento del Ibiza, el Arona, el León -su gran éxito, con 170.000 unidades vendidas- y el Audi Q3 (éste será reemplazado en el segundo semestre de este año por el Audi A1).
En resumen: la apuesta de Seat ha funcionado: está en condiciones de financiar su propio crecimiento con recursos propios, y decidida de dar el gran salto al exterior para superar la dependencia del mercado europeo.
Luca de Meo, de hecho, ha presumido de un dato que no es baladí: es, en estos momentos, la filial que más clientes aporta exponencialmente al grupo Volkswagen, cualitativamente hablando, lo cual expresa gráficamente todo lo demás: el acierto hacia una rentabilidad sostenible, con unas inversiones (962 millones en 2017, la mayor cifra en 25 años y 3.300 millones desde 2013), que suponen el 10% de la cifra de negocios.
El resto, el horizonte, son nuevos retos, una apuesta por la electrificación, el vehículo de gas natural comprimido (GNC) -recuerden el Ibiza 1.0 TGI, un híbrido de GNC y gasolina que permite hacer el trayecto Madrid-Barcelona por 20 euros-, sin abandonar la combustión tradicional.
Seat destina a inversiones el 10% de su cifra de negocios, mientras la planta de Martorell funciona al 95% de su capacidad
El propósito, expresado por Luca de Meo, es lanzar un coche nuevo cada seis meses hasta 2020. También el primer vehículo eléctrico en un 100%, con una autonomía de 500 kilómetros y otros proyectos, en fases más o menos avanzadas, como empezar a fabricar en México como puente con Hispanoamérica, pero dependen en gran medida de pronósticos y de la situación del mercado.
En cualquier caso, el futuro del motor pasa, sí o sí, por el vehículo eléctrico, pero debe ser rentable, como dijo también en Madrid Francisco Javier García Sanz, en diciembre. Es el presidente del Consejo de Administración de Seat y vicepresidente mundial de Compras de Volkswagen.