Hay dos motivos por los que una empresa emprende cambios importantes que afectan a su estructura: mejorar o aumentar su negocio o por motivos de supervivencia, tanto por una mala gestión anterior o por causas sobrevenidas. Caixabank y Bankia están en el primer grupo.
Pero cuidado, porque la suma de los dos bancos no da como resultado una entidad más rentable y más eficiente. No lo decimos nosotros -que también- sino la agencia Moody’s, que condiciona el futuro de la nueva entidad a la realización de fuertes ajustes. Dicho de otra manera, tras la fusión, llegarán los ajustes -y será grandes- de plantilla y de oficinas.
La agencia de calificación crediticia explicó el lunes que los costes de reestructuración reducirán drásticamente la rentabilidad de la entidad en el corto plazo. ¿Por qué? -añadimos nosotros-. Porque despedir en España sale muy caro y el nuevo banco, con activos por unos 640.000 millones de euros (el 25% del total del sistema), tendrá más de 6.700 sucursales y 51.500 trabajadores. Caixabank aporta 4.500 oficinas y 35.700 empleados y Bankia, 2.300 y 16.000 sucursales.
En otras palabras, si despedir en España costara lo mismo que en EEUU, lo más probable es que las dos entidades seguirían operando cada una por su cuenta y cada una de ellas ajustaría la plantilla y la red, sin necesidad de fusionarse para poder afrontar los gastos de reestructuración.
En la misma línea se sitúa Analistas Financieros Intenacionales (Afi), que en un análisis difundido este martes asegura que las fusiones son “una clara vía para lograr la reducción de costes”. Es decir, si despedir no fuera tan caro no haría falta fusionarse.
En este contexto, Afi afirma que la operación Caixabank-Bankia tiene sentido económico y estratégico. Sí, no se rían, porque lo tiene. Eso es lo malo.