El juez estrella, mejor, ex juez, Baltasar Garzón, fue condenado por el Tribunal Supremo a 11 años de inhabilitación por escuchas ilegales a los abogados de la Gürtel. La sala de lo Penal del Supremo, por unanimidad, condenó al juez estrella, aunque éste insistió en interpretar la sentencia, que le condenaba al abandono de la carrera judicial, y afirmar que no todo estaba perdido y que volvería a la carrera judicial.
A otros jueces, como Ferrín Calamita, sobre hechos mucho más leves, no se les ha readmitido el reingreso en la carrera judicial
Y así debe ser, porque su principal colaboradora en la Audiencia Nacional, la fiscal Dolores Delgado, presume ante quien quiera oírla, que ya tiene preparado el decreto por el que se rehabilitará a Baltasar Garzón con todos los honores y para que, enfrentándose directamente al poder judicial, Garzón vuelva a ocupar silla en la judicatura, ¿Por qué no en el Supremo, que tuvo la osadía de condenarle? Por un amigo, cualquier cosa.
La verdad es que la rehabilitación política del condenado Baltasar Garzón supondría imponer la impunidad socialista. A otros jueces, como Fernando Ferrín Calamita, sobre hechos mucho más leves, no se les ha readmitido el reingreso en la carrera judicial y se les ha destrozado la vida. Pero claro, se trataba de un juez cristiano, no de jueces progresistas.
Y en cualquier caso, rehabilitar a Garzón sería un insulto al Tribunal Supremo y convertiría la independencia judicial en una broma
Claro que para rehabilitar a Garzón, y con todos los honores, antes Pedro Sánchez tiene que ganar las elecciones y Delgado, a la que el escándalo Villarejo no le hizo dimitir porque Sánchez no podía permitirse más dimisiones, continuar como ministra de Justicia. Cualquier cosa es posible: hasta dejar la independencia judicial en una broma de mal gusto.