Francisco Javier Contreras, diputado de Vox, el que tuvo redaños para enseñar un crucifijo en el Congreso, el crucifijo de su pariente sacerdote asesinado con un hacha por los rojos durante la II República, ha logrado que el Gobierno Sánchez explique de una vez qué va a hacer con el Valle de los Caídos.
Desde un primer momento, lo que el Gobierno pretendía no era desenterrar a Franco sino cerrar la basílica, echar a los monjes benedictinos y derribar la cruz (“esa horrible cruz” como regoldara la señora vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo). Pero han ido por fases, mintiendo en cada una de ellas.
Por ejemplo, se les ha preguntado una y mil veces qué pensaban hacer con la cruz más grande del mundo y no han respondido. Por ahí, había un proyecto de quitarle los brazos y transformar la cruz en un monolito católico pero tampoco lo han reconocido abiertamente.
Y así, les transcribo la respuesta del Gobierno a la pregunta del diputado Contreras. Arménse de paciencia porque la burocracia resulta tan insufrible como la cursilería. Y ambas cosas al tiempo... ni les cuento. Ahí va:
“En cuanto al Valle de los Caídos, el citado Anteproyecto dispone que es un lugar de memoria democrática cuya resignificación irá destinada a dar a conocer, a través de planes y mecanismos de investigación y difusión, las circunstancias de su construcción, el periodo histórico en el que se inserta y su significado, con el fin de fortalecer los valores constitucionales y democráticos. En este sentido, por resignificación se entiende la explicación científica y rigurosa de los diversos aspectos del monumento, ya sea su historia arquitectónica, política, artística, religiosa, funeraria o paisajística, orientada a la educación cívica en clave de divulgación y profundización de la memoria democrática. La resignificación, de carácter pedagógico, se refiere a la totalidad del conjunto y plantea respecto de los elementos del conjunto arquitectónico su explicación fundamentada”.
Resumen: que el Gobierno sigue empeñado en destruir la cruz de Cristo pero se trata de una cristofobia tan plausible que teme que muchos españoles aborregados descubran el engaño: que lo de Franco no era más que una excusa para destruir lo que realmente querían destruir: la basílica, a los curas ... y la cruz de Cristo, demasiado visible desde buena parte de la sierra de Madrid: inadmisible.