Me dice un teólogo de fuste que le preocupa más el cisma alemán que el Sínodo del Amazonas. Supongo que tendrá razón, que uno no es teólogo. Ahora bien, a pesar del folclore hortera que rodea el Sínodo de la Amazonia, que se celebra en Roma, lo cierto es que en él se tratan cuestiones más profundas que el presuntamente profundo y filosófico cisma del Sínodo regional alemán.
Los muy sesudos obispos teutones lo único que exigen, eso sí, con germánica soberbia son las habituales 'reformas de entrepierna': validar los anticonceptivos, el matrimonio homosexual y demás reclamaciones LGTB, etc. Lo que les diferencia de los obispos indigenistas es su orgullo insaciable: exigen que el Papa ceda ante sus pretensiones: o eso, o ruptura, es decir, cisma.
Ahora bien, el Sínodo del Amazonas va más adentro, por lo que resulta mucho más peligroso. Bajo la excusa de inculturación pretende introducir en la liturgia católica ritos indígenas que siempre acaban en un intento de suplantación de la Eucaristía.
Eso y otras blasfemias disfrazadas de multiculturalidad como el culto a la Madre Tierra y las diosas de la fertilidad, que algunos pretenden equiparar con el culto de veneración a la Virgen María. Ninguna exageración: durante los días del Sínodo se han celebrado en el Vaticano ritos de latría a una imagen medio ensangrentada de una mujer grávida, que se identifica con Gaia, la diosa-madre-tierra.
Y ojo, en paralelo al indigenismo, el despelote sexual del Sínodo alemán avanza
Como las casualidades las carga el demonio, aprovechando el Sínodo se ha presentado un libro firmado por el propio Papa Francisco titulado "Nuestra madre tierra", una visión de la ecología desde un punto de vista cristiano. Entre madre tierra y diosa tierra hay un corto camino que sería mejor no atravesar. Por cierto, algún cristiano consecuente y de poca paciencia provocó un escándalo al tirar al río Tíber algunos instrumentos de culto indígena que se habían 'adorado' en la Plaza de San Pedro.
Dejando a un lado que los cultos precolombinos, también el de Gaia, la diosa tierra, eran satánicos e infanticidas, pues les encantaban los sacrificios humanos... la diosa favorita de nuestro Evo Morales, Gaia, es una diosa panteísta y totalmente anticristiana.
Y es así como las sandeces indigenistas corren el peligro de ser algo más que sandeces. Y más peligrosas que el despelote alemán.
A esto podemos añadir lo que asegura duno de los llamdos 'documentos finales', que habla del necesrio cambio hacia la "sinodalidad". Otra sandez. Precisamente ese es el cambio que la iglesia no necesita. La iglesia no es una democracia porque es el Cuerpo Místico de Cristo. En la Iglesia no madnda el Sínodo, sino el Papa. En este caso, el Papa Francisco, que es quien tendrá que enderezar las sandeces del puñetero Sínodo de la Amazonia.