- Los bancos acreedores cambian de parecer, por las fuertes presiones del Gobierno, para evitar la liquidación.
- Eso sí, también advierten que si el ICO no pone 20 millones, ellos tampoco pondrán los otros 93 que necesita Abengoa hasta enero.
- Hay una cola de fondos que espera a Abengoa, pero no para participar en el saneamiento, sino para comprar la Abengoa saneada.
- El 28 de marzo, que acaba el plazo de preconcurso, presentarán al juez dos documentos: concurso y convenio de acreedores.
- Es decir, son los propios bancos lo que marcan el inicio y el final del proceso de una atacada.
- Descartan el esquema de Pescanova -capitalizar la deuda-, y en el futuro, lo que quede de Abengoa, será de los fondos.
- Importante: los bancos prevén perder el 60% de las líneas de crédito concedidas al grupo andaluz.
- Ah, y olvídense de que Abengoa, después de todo esto, posea Abengoa Yield.
Se van cumpliendo los plazos en la crisis de
Abengoa, pero no los peores pronósticos sobre el futuro del grupo andaluz. Es lo que se desprende del acuerdo de intenciones firmado por los bancos acreedores, una
hoja de ruta en toda regla de lo que va a suceder, si nada se tuerce, hasta que Abengoa entre en concurso de acreedores.
Dicho sea todo, las presiones del Gobierno a los bancos para que sea posible la salvación de Abengoa han sido muy fuertes, y si todo se cumple
el grupo se salvará. Eso sí, muy jibarizado, con un perímetro sustancialmente inferior al que tiene actualmente. Al Gobierno le hubiera encantado que ese acuerdo estuviera firmado ya -antes de las elecciones-, pero se ha retrasado hasta el próximo día 23.
En efecto, a Abengoa le va a llegar una
línea de crédito de 113 millones de euros (a euríbor más cinco puntos) con los que podrá pagar las nóminas de diciembre y cubrir las necesidades básicas e inmediatas, pero a cambio el
ICO tendrá que aportar 20 millones.
En el acuerdo de intenciones queda muy claro que si no es así -el instituto público sólo quería aportar nueve-, el resto de los bancos no pondrán los otros 93 millones.
Pero el proceso no se detendrá ahí y tiene fechas hasta el mismísimo 28 de marzo, día en que termina el plazo del
preconcurso de acreedores. Ese crédito de 113 millones, en concreto, es a cuatro meses y vence un día antes de esa fecha, el 27 de marzo.
¿Qué pretende cubrir, por tanto? Exclusivamente las necesidades inmediatas para que Abengoa pueda seguir adelante hasta la tercera semana de enero. Me explico. Se pagarán las nóminas a los empleados y le ayudarán a cubrir lo básico: el pago del agua o la luz -son ejemplos- y otros aspectos para que la empresa pueda seguir funcionando.
Ese crédito está condicionado, además,
como ya informó Hispanidad, no sólo a la aportación del ICO, sino a que los
proveedores acepten un retraso en los pagos por 50 millones. Ahora bien, el acuerdo también contempla que esos retrasos no pongan en cuestión lo inmediato para funcionar, como la comercialización y producción.
¿Qué pasará después, en febrero, por ejemplo? Es en este punto donde los bancos han exigido su parte a los
bonistas. Éstos son conscientes del dinero que perderán en Abengoa (el cupón, seguro), pero son también conscientes de que pueden perder el 100%.
Por ese motivo, se han comprometido a respaldar nuevas
emisiones en el mercado para captar más capital. Y eso ocurrirá, como señalaba, a partir de la tercera semana de enero, cuando los 113 millones ya se habrán
evaporado. A los bonistas, lógicamente, les hubiera encantado que la banca se hubiera
estirado mucho más.
Dicho sea todo, los bancos acreedores
tienen prevista una quita del 60%. Eso es lo que van a perder sí o sí. Hasta ahora ya han provisionado el 25% del crédito, pero no tienen previsto llegar al 100% -es lo que pasa cuando se entra en concurso-, lo que sería demoledor en sus cuentas de resultados.
Para evitar esa eventualidad, presentarán al juez, a la vez y el mismo día, los documentos del
concurso de acreedores y
convenio de acreedores. Será el 28 de marzo, un día después de que expire el plazo legal del preconcurso.
Eso implica que hay un acuerdo entre las partes -también sobre las pérdidas asumidas, lógicamente- respecto al principio del proceso (concurso) y el final (convenio). Así lo verá también el juez.
Comprenderán que esta opción, por la que se inclina la banca, no tiene otro objeto que evitar que la fase de concurso se eternice, que es justo lo que ocurrió con el rescate de Pescanova. Los bancos se resisten como
gatos panza arriba a esa opción. En otras palabras,
de capitalizar la deuda y buscar un gestor, nada de nada. Lo segundo ya lo han intentado, pero sin éxito.
Y a partir de ahí, a sanear y a colocar lo saneado. En suma, Abengoa, si todo sale bien, sobrevivirá (asumidas las pérdidas), pero con la venta de activos que sea necesaria. Por tanto, muy jibarizada. Y después de que todo eso ocurra, los propietarios ya no serán los bancos, como ha sucedido en Pescanova, sino los fondos de inversión.
Dicho también muy rapidito: los fondos están interesadísimos en Abengoa, pero no para participan en el saneamiento del grupo, sino para comprar la Abengoa saneada. Para eso, se lo aseguro, hay cola. Añadan en esa lista todos los
BlackRock o
TCI que les dé la gana. Pero ojito, antes de que el proceso concluya, no quieren saber nada.
Entre los activos que ya no estarán en la futura Abengoa incluyan,
of course, la filial americana
Abengoa Yield. Es cierto que figuraba ya como garantía a los bonistas, por lo que no podía aparecer como aval para los bancos acreedores.
No obstante, el criterio ha cambiado -y ya puede ser garantía- gracias a un dictamen favorable del
bufete de abogados Sullivan, norteamericano. Este despacho, contratado por los acreedores, ha encontrado el
hueco legal que permite la legislación de EEUU para que Abengoa Yield entre en las garantías. Es así porque el garante de sus acciones es la propia Abengoa.
Abengoa Yield, como otros activos valiosos de Abengoa, pasará a otras manos, no lo duden. Y a partir de ahí, una vez saneada, sí puede llegar un socio industrial. Pero, insisto, la nueva Abengoa será mucho más pequeñita que la que conocemos actualmente. Imagínense que el perímetro actual del grupo es 100 y que queda reducido a 20. Es una hipótesis.
El frente judicial sigue en marcha
Y a todo lo anterior en inevitable sumar lo que ha sucedido este viernes en el frente judicial, a propósito de las
inexplicables indemnizaciones recibidas por sus ex directivos
Felipe Benjumea y
Manuel Sánchez Ortega, poco antes del
preconcurso de acreedores.
Eso, ya me entienden, está dentro de la lógica procesal de una empresa en crisis. Por eso, la juez de la Audiencia Nacional
Carmen Lamela ha decidido este viernes retener esas indemnizaciones.
Podía haber admitido a trámite la querellas contra los dos ex directivos, sin más,
como le pidió la Fiscalía, pero no, ha ido más lejos: les ha dado 24 horas para que depositen como fianza el dinero que cobraron (11,5 millones, Benjumea; 4,5 millones, el ex ceo). Lo que está en juego no es otra cosa que sus responsabilidades civiles o penales, que se verán en el juicio.
Y a todo ello se une otro frente, el abierto por la Asociación Española de Accionistas Minoritarios de Empresas Cotizadas (
Aemec). Este viernes también ha concretado
su anunciada demanda de responsabilidad civil contra la empresa y sus gestores.
Aemec esperaba que hubiera un acuerdo con los bancos acreedores, pero no espera más para su denuncia. Sigue adelante, por tanto, con lo suyo para defender los intereses de los accionistas perjudicados por el preconcurso. El despacho de abogados que se encarga de la defensa, Cremades y Calvo-Sotelo, pedirá indemnización de daños y perjuicios, como se explica en el
comunicado.
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com