• La multinacional escocesa dispone de un complejo sistema de recolección de datos con el que puede obtener todo tipo de detalles sobre sus usuarios a partir de lo que escuchan.
  • Exponemos en Internet, cada vez más, nuestra información privada y, paralelamente, las tecnológicas perfeccionan su método de captación de información.
  • El resultado es un cóctel que amenaza con atropellar la intimidad que nos queda.
Hemos dejado de tener secretos. Exponemos en Internet cada vez más información sobre nuestra vida privada. Paralelamente, los gigantes tecnológicos perfeccionan sus sistemas de captación y relación -más importante- de esos datos. Y tanto una cosa como la otra no dejan de ir a más. El resultado es un cóctel que amenaza con echar por tierra los últimos reductos de nuestra intimidad. Un caso ilustrativo es el de Spotify, el servicio de música por la Red: "De todas las cosas que podemos medir con tecnología, la música es la más representativa de nuestra personalidad", sostiene Brian Whitman, responsable científico de datos de la multinacional escocesa. Sus declaraciones ya nos dan una pista de por dónde van los tiros. En efecto, Spotify dispone de un sistema de recolección de datos con el que puede averiguar todo tipo de detalles sobre nosotros a partir de la música que escuchamos a través de su servicio de 'streaming'. Desde nuestra edad o carácter hasta el partido político al que votamos. Y ya se imaginarán por qué les interesa saber tanto sobre nosotros: para individualizar aún más los anuncios de publicidad que nos lanzan (y exigir así, claro está, más dinero a los anunciantes que los pagan). Y ojo, porque el servicio suma ya 100 millones de usuarios mensuales. Aunque es cierto que queda lejos de otros servicios tecnológicos como Whatsapp, Facebook, YouTube o Gmail, que superan la franja de los 1.000 millones de usuarios activos al mes. Pero su fuente de ingresos es, básicamente, la misma: chupar los datos de los usuarios. Daniel Esparza