Stellantis, el grupo automovilístico surgido a mediados de enero tras la fusión del francés PSA y el italo-americano Fiat Chrysler Automobiles (FCA), ha arrancado su primer trimestre con más ingresos y ventas, pero con 190.000 coches menos producidos por la escasez de chips. Ante esta crisis ya prevé un segundo trimestre peor y una mejora en la segunda mitad del año, aunque “es posible que dure hasta 2022”, ha señalado su director financiero, Richard Palmer.
El cuarto grupo automovilístico mundial ha facturado 36.999 millones de euros entre enero y marzo, un 14% más que hace un año, y los mayores volúmenes han mitigado el efecto negativo del tipo de cambio. El alza se debe a “una cartera de marcas diversa (agrupa un total de 14) que impulsó mayores volúmenes, precios positivos y una mezcla de productos mejorada, a pesar de los vientos en contra de la crisis global de seminconductores”, ha explicado Palmer. Por su parte, las ventas se han situado en 1,567 millones de coches, lo que supone un 11% más que hace un año, y ocupa el liderazgo en el acumulado de turismos y vehículos comerciales ligeros en Europa. Unas buenas cifras para el primer trimestre, tras haber cerrado 2020 en beneficios.
Stellantis ha confirmado el objetivo de lograr un margen operativo ajustado de entre el 5,5% y el 7,5%, si no hay “bloqueos significativos” relacionados con el Covid-19. Por su parte, la crisis de chips ha afectado a 8 de sus 44 plantas, entre ellas destaca la de Figueruelas (Zaragoza), donde el pasado martes se reanudó la producción al tiempo que negocia un segundo ERTE para el personal de producción (unas 5.000 personas) hasta el próximo 31 de diciembre: la dirección ha propuesto al comité de empresa que el ERTE sea para 50 jornadas, es decir, 250 turnos y también adelantar y facilitar la salida a los nacidos en 1959 (o sea, prejubilaciones). Eso sí, Stellantis ha señalado que esta crisis no afecta a los planes de sinergias tras la fusión que no conllevaban cierres ni reducciones de plantilla.