Se trata de una medida en la que, supuestamente, ganan todos. La empresa, que reduce gastos de personal, y el empleado, que tiene más tiempo libre para sus cosas. Por supuesto, nada tiene que ver con la disparatada semana laboral de cuatro días propuesta por los chicos (y chicas) de Podemos: trabajar menos y cobrar más.
El experimento se pondrá en marcha a partir de septiembre y solo podrán participar unos pocos empleados -entre 100 y 200- de determinadas áreas de la compañía. Abstenerse los que trabajen de cara al cliente.
Todos contentos, al menos sobre el papel. Ahora bien, trabajar menos horas a cambio de cobrar menos -actualmente, la jornada reducida-, no ayuda a crear empleo ni riqueza. Además, a este paso, si sube el ingreso mínimo vital (IMV) y bajan los salarios llegará un momento en el que nadie quiera trabajar.
La prueba piloto se extenderá hasta diciembre. Luego ya veremos.