O2 ha pasado de estar a la venta en Reino Unido a convertirse en una pieza importante de la cartera de activos de Telefónica. Para muestra, dos botones: la adjudicación de espectro el pasado mes de abril por 600 millones de euros y, ahora, el inicio del acuerdo global que la compañía ha firmado con Netflix. Una alianza que en España no comenzará a funcionar hasta finales de año.
Efectivamente, Reino Unido se ha convertido en el banco de pruebas del acuerdo con la plataforma de video online, un servicio al que los clientes -o nuevos clientes- se podrán suscribir gratis hasta el 8 de agosto. Dependiendo de su tarifa, la suscripción será de seis o de doce meses.
Al margen de las condiciones de lanzamiento, que podrían replicarse en España, lo cierto es que el acuerdo con Netflix es una alternativa válida a la producción propia de contenidos de ficción. Ventaja: es mucho más barato. Para que se hagan una idea, los seis capítulos de la serie La Peste han costado alrededor de diez millones de euros, a razón de millón y medio cada episodio. Inconvenientes: tienes que estar pendiente de otro, esto es, no controlas los contenidos que ofreces y, además, dejas de ofrecer contenidos exclusivos.
Esto último, ofrecer contenidos propios y exclusivos, fue uno de los argumentos utilizados por el consejero delegado de Telefónica, Ángel Vilá, durante la rueda de prensa de presentación de resultados, para justificar la inversión de la compañía en la producción propia de contenidos de ficción.
Ahora, sin embargo, esos mismos contenidos los ofrecerá también Vodafone en su oferta de televisión, gracias al acuerdo al que ha llegado con Telefónica. El debate está abierto: ¿Realmente le merece la pena a una teleco apostar por la producción propia de vídeo, cine y televisión? El acuerdo con Netflix nos da una pista.