Produce sonrojo contemplar cómo el PSOE se rinde ante los separatistas republicanos de ERC, que, en el Congreso del pasado fin de semana, acentuó el perfil marxista, republicano y mediocre de Podemos.
Ya hemos dicho que lo único que une a socialistas, comunistas e indepes, tanto catalanes como vascos, es su cristofobia. Odian todo lo que huela a cristiano y están dispuestos a acabar con lo que quede de una España católica.
La nueva persecución contra los católicos españoles -esta vez directa- comenzará en breve
Sin embargo, hasta el momento, algo distinguía a los socialistas de los neocomunistas de Podemos y de los separatistas de ERC: Podemos y ERC exigen la III República, modificar la forma de Estado. Ellos, no Vox, sí que son anti-constitucionales. El PSOE se mantenía fiel a la Zarzuela y no a su historia republicana.
Pues bien, es a un Podemos mortecino y a un independentismo al que se estaba venciendo, a quienes Pedro Sánchez va a poner piso… con tal de permanecer con alquiler gratis en Moncloa.
En definitiva, Sánchez ha traicionado a Felipe VI y éste, por cobardía, ha traicionado a España, que corre el peligro de convertirse en un reino, o república, de taifas. Por cobardía, Felipe VI no quiso encabezar -sólo él podría hacerlo- la Operación Borrell.
La duración del nuevo periodo cristófobo y su intensidad dependerán de la reacción de la jerarquía episcopal y de los propios fieles
Por lo demás, esta doble traición navideña, al menos si se confirma, y todo lo indica, un gobierno PSOE-Podemos-ERC, capitaneado por Sánchez, recrudecerá la persecución contra los católicos españoles, esta vez persecución directa. Ya no se tratará de ningunearles en la vida pública ni de impedirles el acceso a puestos de responsabilidad: ahora se trata de ataques directos, en especial contra la eucaristía. España se dispone a ser tierra de profanación y hay que impedirlo aún a riesgo de la propia vida.
La duración del nuevo periodo cristófobo, así como su intensidad, dependerá de la reacción de la jerarquía y de los propios fieles. Dependerá en suma, de si jerarquía y fieles adoptan una actitud valiente, coherente y de defensa activa de sus principios y de su libertad. En otras palabras en defensa de Cristo y sobre todo, insisto, del sacrificio eucarístico.