El presidente de Estados Unidos ha dado permiso a los 8.000 soldados norteamericanos desplegados en la frontera de su país con México a usar fuerza letal, si es necesario, para protegerse no sólo ellos, sino también a los agentes del departamento de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos de los inmigrantes que piden asilo allí. Se trata de una decisión polémica, que con seguridad acabará en los tribunales y que ha provocado grandes tensiones dentro de la Casa Blanca, informa ABC.

Según la orden de Donald Trump enviada al Pentágono el pasado miércoles, "para cumplir con su misión, el personal militar desplegado por el departamento de Defensa puede ejecutar las acciones de protección que el secretario de Defensa considere que son razonablemente necesarias para proteger a los funcionarios federales, incluida la demostración o el uso de la fuerza (incluida la fuerza letal cuando sea necesaria), control de multitudes, detención provisional y registros superficiales".

Esa orden, en forma de memorando -un decreto que puede mantenerse en secreto-, va firmada por el jefe de gabinete de Trump, John Kelly. El presidente le obligó a hacerse responsable de ella tras una fuerte discusión durante una reunión que tuvo lugar en la Casa Blanca el pasado lunes en la que el propio Kelly se opuso frontalmente a esta medida, porque, según sostuvo, puede entrar en conflicto con una ley de 1878 que impide el uso del ejército para asuntos de gobierno civil.

La decisión de darle al ejército permiso para disparar a matar en la frontera mexicana sorprendió incluso al jefe del Pentágono

El consejero legal de la Casa Blanca, Emmet Flood, ratificó que el presidente estadounidense podría infringir la ley con la orden, algo que no convenció a Trump. Jaleado por un creciente número de "halcones" en materia de inmigración, como el asesor Stephen Miller, el presidente puso fin a la disputa el martes, dictando la orden y obligando a Kelly a que la firmara, según han revelado medios norteamericanos como Politico.

La decisión de darle al ejército permiso para disparar a matar en la frontera mexicana, una promesa que Donald Trump hizo en la campaña electoral de las pasadas elecciones parciales de noviembre, sorprendió incluso al jefe del Pentágono. En respuesta a preguntas de la prensa este miércoles, James Mattis admitió que no había leído la orden antes de que llegara a su mesa. Aun así, contradijo a la Casa Blanca al recordar que, de momento, los soldados enviados a la frontera con el vecino del sur "no están armados".

El presidente, sin embargo, no tiene intención de ceder. Ayer aprovechó su mensaje anual a los uniformados durante las fiestas de Acción de Gracias para criticar a los integrantes de las caravanas de centroamericanos que avanzan hacia EE.UU. con la intención de solicitar asilo.

Trump aprovechó su mensaje durante las fiestas de Acción de Gracias para criticar a los integrantes de las caravanas de centroamericanos que avanzan hacia EE.UU

"No tengo alternativa -dijo ayer Trump en la conferencia telefónica-, en esas caravanas hay al menos 500 criminales, gente muy mala". Añadió que si los funcionarios de fronteras "temen perder el control o temen resultar heridos, vamos a cerrar las entradas al país por un plazo indeterminado hasta que podamos volver a tener la situación bajo control. Toda la frontera cerrada".

En periodo electoral, el presidente ordenó un refuerzo de 6.000 soldados en la frontera sur y amenazó con elevar esa cifra a 15.000, algo que, de cumplirse, supondría tener más tropas movilizadas frente a México que en Afganistán.

La razón es el avance de varios convoyes con 5.000 centroamericanos que están comenzando a llegar hasta la frontera entre México y Estados Unidos con la intención de pedir asilo, algo que Trump ha calificado de "invasión". La actual ley norteamericana obliga a atender esas peticiones y ofrecer refugio a los solicitantes si alegan para ello que huyen de la amenaza de violencia.