- Josephine Martin Tamras es una joven cristiana asiria que, durante un año estuvo secuestrada con otros cristianos por los yihadistas de Daesh en Siria.
- Después de un año, fueron liberados cuando se pagó un gran rescate por ellos.
- La reacción de la joven para los yihadistas fue "un acto de blasfemia" que "merecía la ejecución", pero Josephine no se dejó atemorizar porque "siempre sentía que Dios me estaba protegiendo".
- Pese a la terrible experiencia, concluye, "siento que no odio a nadie, no deseo venganza y rezo para que pueda siempre encontrar el camino que conduce al Señor".
"Era terrible, no sólo por la pérdida de la libertad. En cada momento corríamos riesgo, víctimas de la maldad de ellos, prisioneros preparados para ser asesinados; trataban también de imponernos sus extraños credos. Pero lo que es peor, es que estábamos obligados a vivir en un ambiente que no nos pertenece. La oración era la única cosa que nos daba la fuerza para seguir adelante y creer".
Es el dramático testimonio, contado a la agencia misionera
AsiaNews, de
Josephine Martin Tamras, joven cristiana asiria que durante un año estuvo secuestrada con otros cristianos por los
yihadistas de Daesh en Siria. Después de un año, fueron liberados cuando se pagó un gran rescate por ellos.
La joven Josephine ha querido explicar su experiencia en manos de Daesh. "No usaron la violencia física contra mí -cuenta la joven- pero los sufrimientos psicológicos que nos han infligido son mucho peores. Por ejemplo, uno de los jefes vino un día y eligió a una joven asiria, que tenía menos de 16 años, como su esclava.
El hombre tenía más de veinticinco años más que ella. Y todavía hoy, no sabemos qué le sucedió a esta joven. Este es uno de los ejemplos de lo que hemos presenciado" en manos de los yihadistas.
El objetivo de ellos, continúa Josephine, "era convertirnos" y para hacerlo usaban "las armas y trataban de debilitarnos" desde el punto de vista psicofísico. "Para ellos fue un shock -agrega- cuando dije que jamás abandonaría mi fe e hice la señal de la Cruz delante de ellos, invocando el poder del Espíritu Santo para que me sostuviese y me diese la fuerza hasta el final".
La reacción de la joven para los yihadistas fue "un acto de blasfemia" que "merecía la ejecución", pero Josephine no se dejó atemorizar porque "siempre sentía que Dios me estaba protegiendo".
Y no obstante la terrible experiencia, concluye, "siento que no odio a nadie, no deseo venganza y rezo para que pueda siempre encontrar el camino que conduce al Señor".
Hasta marzo de 2011, cuando se inició la revuelta contra el presidente
Bashar al-Assad, que se transformó con el tiempo en una guerra sangrienta, en Siria vivían casi unos 40.000 cristianos asirios, junto a 1,2 millones de cristianos de otras denominaciones. Se calcula que hoy quedan en Siria menos de la mitad de todos ellos.
José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com