El astuto Pedro Sánchez, utilizando sabiamente a Patrimonio del Estado, ha ideado un astuto plan para cubrir la segunda parte de su proyecto sobre el Valle de los Caídos: expulsar a los monjes benedictinos.
En efecto, ha sido una jugada en varias etapas: primero exhumamos a Franco para resarcir a los luchadores antifascistas. Eso ya está hecho. Ahora hay que expulsar a los monjes y desacralizar la Basílica para convertirla en un parque temático, según la memoria histórica socialista: los nacionales era muy malos y los milicianos eran muy buenos.
El PSOE podrán construir su parque de memoria histórica y derribar la cruz
¿Y como echar a los curas que lidera el prior Santiago Cantera (otro fascista)? Pues matándolos de hambre. Sí, por inanición, si fuera posible. Ahora mismo, Patrimonio del Estado se niega a entender los constantes requerimientos de los benedictinos para que les abone lo que debe según contrato: no les pagan desde hace dos años y ya les adeudan cerca de 700.000 euros. Es la aportación por la que los curas cuidan del patrimonio histórico, de la basílica, del colegio internado con 60 niños y de la hospedería donde acude la gente, por lo general para realizar ejercicios espirituales, práctica profundamente antidemocrática.
Dos detalles, Patrimonio del Estado se niega a arreglar el ascensor de la curia, que lleva meses estropeado y no otorga permiso para el uso del funicular, que está criando musgo, y que era muy utilizado por los visitantes para llegar hasta el de la cruz.
Cobra fuerza la sugerencia podemita de cortarle los brazos a la cruz y convertirla en un obelisco masónico
La abadía benedictina (26 monjes de edad media avanzada) no tiene ni para los pagos más elementales. Al final, tendrán que marcharse y serán sustituidos, en una primera instancia, por algún cura democrático, es decir por algún cura del estilo que usted está pensando y que acabará como todos los curas progres: fagocitado por los progres.
El tercer paso será la cruz, la odiada cruz -“esa horrible cruz”, que dijera la vicepresidenta Carmen Calvo-. Y ojo, porque, según fuentes socialistas, se impone la idea podemita, no de derribar la cruz sino quitarle los brazos y convertirla en un obelisco, símbolo masónico por excelencia.
Husmear en los huesos y manipular los cadáveres: una actividad de honda raigambre en la izquierda española
Los técnicos ya han aclarado que eso es un chorrada increíble, porque resulta más fácil destruir la cruz -que tampoco es fácil- que quitarle los brazos. Además, ya saben, que, como recordaba Chesterton, la cruz es un símbolo que se abre al mundo, a los cuatro puntos cardinales, mientras el obelisco no es más que una lanza que reta la cielo. Estos masoncetes son muy simbólicos… y hasta ‘simbolicos’.
Que lo de la exhumación no era antifascismo era cristofobia. Ahora, por el sutil procedimiento de que los curas se mueran de hambre. Ahora mismo están viviendo de limosnas y con eso podría vivir la comunidad todo el tiempo… pero no cuidar de un paraje tan costoso de mantener.
Además, ahora en lugar de rezar por los muertos el PSOE ha decidido husmear en los huesos y manipular los cadáveres: una actividad de honda raigambre en la izquierda española.