Creo que ya he citado esta frase en otra ocasión pero, por si acaso, la identifico: fue pronunciada por un joven párroco madrileño, al comentar las nuevas órdenes del Gobierno para luchar contra el coronavirus.

No es que el Gobierno Sánchez haya ordenado cerrar las iglesias, ni en marzo ni con el nuevo estado de alarma. No lo ha ordenado pero hacia esa decisión tienden las normas coronavirus promulgadas desde el 14 de marzo: si te encierro en casa termino con la vida sacramental, que representa el eje de la vida cristiana.

Sí, es cierto que la actitud -digamos discutible- de los obispos españoles en lugar de oponerse, dio alas al objetivo último de Moncloa, que es la descristianización de España. Y entonces es cuando un párroco, al que nadie ha dado orden de cerrar su templo, que conste, grita eso desde el púlpito: "Esta iglesia no se cierra por encima de mi cadáver”.

¿Vamos hacia las catacumbas? Es posible, pero entonces vayamos como los párrocos valientes. Con osadía y alegría: merece la pena.