La vicepresidenta cuarta y ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, quiere impulsar aún más la energía verde en España y apuesta por una recuperación de este color a la crisis del coronavirus, pero parece que ha empezado a hacer números. Este martes, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros ha dado a conocer el cambio del sistema de subastas: ya no será por primas, a la inversión o a la producción, sino ofreciendo una rentabilidad garantizada a medio plazo.
Las razones de esta modificación son varias. En primer lugar, si Ribera optaba por dar primas más grandes elevaría aún más el déficit de tarifa, que cerró 2019 en 16.602 millones de euros, es decir, la herencia histórica que dejó el socialista José Luis Rodríguez Zapatero en materia energética por conceder en masa primas a las renovables y que llegó a alcanzar casi los 30.000 millones. Segundo, si Ribera optaba por bajar las primas, se arriesgaba a que hubiera más demandas en los tribunales, como ya pasó cuando el socialista Miguel Sebastián y el popular José Manuel Soria, en sus respectivas épocas como ministros del ramo, decidieron hacer rebajas. Eso sí, recuerden que el Tribunal Supremo estimó que una rentabilidad de entre 7% y el 9% para las renovables era más que suficiente. Y tercero, porque en primas los españoles ya hemos pagado 50.000 millones a las compañías renovables desde el año 2004, según un estudio del sector.
Eso sí, la ‘vice’ Ribera no lo tendrá fácil tampoco con el nuevo sistema de subastas y deberá hacer encaje de bolillos. Si pone una rentabilidad garantizada muy alta, deberá repercutir dicho coste en la factura de la luz que pagan los consumidores o bien aumentar el arrastrado déficit de tarifa. Mientras que en el caso contrario, si la rentabilidad garantizada es poca, no logrará atraer a los inversores. Por ahora, se desconoce la letra pequeña, pero la música suena bien. Además, se quiere frenar la especulación asociada a los permisos de conexión a las redes eléctricas, estableciendo un calendario obligatorio de cinco hitos que todo promotor ha de cumplir o, de lo contrario, caducará de inmediato su permiso.