En el telediario abrieron con el asesinato de Canarias y las manifestaciones contra la violencia machista, curioso porque el miserable de Canarias no mató a su esposa-mujer sino a sus hijos-niños.
No sólo eso, Carlos Aurelio Caldito un tipo que investiga, nos envía la carta que adjuntamos en documentos recordando que a la hora del maltrato a niños y ancianos, son las mujeres más maltratadoras que los hombres.
Pero volvamos a la comparación entre el repugnante asesinato de Canarias y el no menos repugnante de Barcelona. El uno ha provocado que el presidente del Gobierno se rasgue las vestiduras, que Irene Montero, que es ministro, exija una justicia feminista, es decir, parcial, o que las feministas se lancen a la calle pidiendo acabar con una violencia machista, que ahora llaman vicaria porque el salvaje de Canarias no ha asesinado a su esposa, sino a sus pobres hijas y a sí mismo (suponemos). El otro asesinato -cuatro años- es mucho menos grave porque la autora es su madre. Lo uno lleva horas del telediario, la otro apenas se le dedican unos segundos.
Las feministas están consiguiendo que el varón se inscriba en quienes concluyen como el humorista Wodehouse, que la felicidad de un hombre consiste en alejarse, lo más posible, de las mujeres. Sólo que él lo decía en broma.
Y eso no es bueno ni para el varón ni para la mujer. Entre otras cosas, porque los dos sexos son necesarios para una sociedad sana, para una infancia plena… y porque ambos sexos se necesitan el uno al otro.
Lo único que ha generado el feminismo es la batalla más idiota de la historia: varones contra mujeres, media humanidad contra la otra media.
Y resulta deprimente observar cómo Pedro Sánchez, sin el menor escrúpulo, hace uso y abuso de dos pobres niñas asesinadas en Tenerife para imponer una política feminista.