- Lo dice el director financiero, Hans Dieter Pötsch, sucesor de Piëch en la presidencia del Consejo de Supervisión.
- Si Volkswagen no comprende la naturaleza de su crisis, añade, no afrontará la profunda transformación que necesita.
- El fraude apunta muy alto: ¿quién urgió a los ingenieros para inventar el 'software' manipulador para ahorrar tiempo y dinero?
- WV publica anuncios a toda página en la prensa alemana: "Haremos todo lo posible para recuperar vuestra confianza".
- Un 11% de los consumidores alemanes ya no quieren comprar vehículos de la marca.
El futuro de
Volkswagen es inquietante, no tanto por lo que se especule al respecto fuera de los muros de
Wolfsburgo, como lo que se admita desde dentro, en su propia sede central. Ha sido su director financiero y futuro presidente del Consejo de Supervisión (no ejecutivo),
Hans Dieter Pötsch, quien, en una de las reuniones internas del grupo, no se ha andado por las ramas para describir la situación: "Estamos en una crisis que amenaza la existencia de la empresa", ha dicho, según una información del diario germano
Welt am Sonntag, aunque añadió que "vamos a salir".
Hans Dieter Pötsch fue elegido,
a principios de septiembre, para presidir el Consejo de Supervisión, aunque el nombramiento no será efectivo hasta la junta de accionistas. Con Pötsch se superará la etapa de interinidad provocada por la dimisión de
Ferdinand Piëch. Durante ese periodo ha tomado las riendas de ese órgano
Berthold Huber, el representante de los trabajadores.
Las declaraciones de Pötsch son, en el fondo, un mensaje en la línea de flotación que tiene en estos momentos Volkswagen. El Consejo de Supervisión no es el
Consejo de Administración (ejecutivo), pero su influencia sobre el segundo es innegable. Así empezó, por ejemplo el declive de Piëch y el ascenso del dimitido Ceo,
Martin Winterkorn. "Si no entendemos esta crisis como un peligro para la existencia de la empresa, no llegará la profunda transformación que necesita", dijo Pötsch.
Y la realidad es que en estos momentos, Volkswagen tiene un
sambenito:
es, con Deutsche Bank, Siemens y Bayer, una de las empresas alemanas más tramposas y que más mienten.
Este fin de semana, por ejemplo, se ha sabido, gracias a la información publicada en el diario
Bild, que algunos ingenieros de Volkswagen han confesado que instalaron el
software para manipular las emisiones de gases en algunos motores desde 2008. Pero hace falta ser ingenuo para pensar que la empresa no estaba detrás de lo que deciden sus ingenieros. El fraude es brutal y apunta a muchas partes del organigrama de la multinacional.
Los ingenieros explicaron que la compañía tenía prisa en comenzar a producir en serie el motor EA189, que se estaba desarrollando desde 2005. Pero no encontraban una fórmula que les permitiera cumplir tanto con los límites de emisiones como con los costes. Por ello recurrieron al
software manipulador. O sea, un fraude en toda regla. Comenzó a producirse para todo el mundo, no sólo para EEUU. Pero ¿quién estaba al tanto? Eso escapa, naturalmente, de la responsabilidad de los ingenieros y apunta más arriba.
Todo esto se vive con enorme inquietud en Wolfsburgo: la ciudad contiene el aliento porque su economía depende básicamente del gigante del automóvil, que ya ha sufrido
un primer boicot, el de Suiza, y afronta una cascada de demandas, como explicamos el viernes, 2.
Dentro de tres días, el miércoles, se vuelve a reunir con carácter extraordinario el Consejo de Administración del grupo para analizar la situación y podría adelantar el nombramiento de Pötsch.
De momento, este fin de semana, Volkswagen ha publicado páginas completas de publicidad en los principales diarios, en la que se dice, aprovechando el 25 aniversario de la reunificación de Alemania: "Haremos todo lo posible para recuperar vuestra confianza".
La campaña publicitaria no es para menos: según un sondeo de Puls -informa
Ruters-, el 11% de los consumidores alemanes
ya no quiere comprar vehículos Volkswagen y el 31% considera que la crisis no amainará en mucho tiempo.
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com