Los yihadistas, es decir, islamistas o musulmanes radicales que practican la ‘guerra santa’, convierten en un infierno cualquier lugar que tocan. Y es lo que está haciendo en Mozambique el grupo terrorista yihadista Al Shabab (nada que ver, por cierto, con la milicia homónima somalí).
La ONG Save The Children ha denunciado que, en la provincia de Cabo Delgado, en el norte de ese país, niños de tan solo 11 años de edad están siendo decapitados por estos salvajes. Otras organizaciones creen que muchas jóvenes estarían siendo forzadas a casarse con los yihadistas.
Al Shabab de Mozambique, también conocido como Ansar Al Sunna, prometió lealtad a Estado Islámico en abril de 2018 y fue reconocido como afiliado en agosto de 2019. Desde octubre de 2017, la organización terrorista está dirigida por Abu Yasir Hassan. Se estima que ha matado a más de 1.300 civiles, según el Proyecto de Datos de Ubicación y Eventos de Conflictos Armados (ACLED, en sus siglas inglesas), informa La Razón.
Los ataques de esta franquicia del Estado Islámico en Mozambique han provocado el desplazamiento de 670.000 personas en el norte de país.
Se da la circunstancia de que esa zona de Mozambique en la que opera Al Shabab es rica en piedras preciosas (rubíes) y yacimientos de gas natural de los que participan multinacionales, añade el mismo medio.
El Departamento de Estado estadounidense designó la semana pasada como una organización terrorista a Al Shabaab. Y su líder, Abu Yasir Hassan, figura como “terrorista global especialmente designado”.