Muchos de ustedes no se han dado cuenta, pero este mes de junio se han producido situaciones climáticas extremas en la mayor parte del hemisferio norte. En Canadá han muerto 44 personas en una ola de calor sin precedentes. En Estados Unidos han fallecido 20 y en el Reino Unido, 6. En Escocia se alcanzó una temperatura récord de 32 grados. En Rostov del Don, Rusia, se llegó a 37 grados. Y Oriente Medio, en Omán, la temperatura mínima nocturna fue de 43 grados. Otro récord que se rompe. España, por el contrario, ha estado al margen de esa ola de calor global. Por eso, muchos de ustedes no se habrán dado cuenta del clima extremo que ha sufrido el planeta tierra durante el pasado mes de junio. Y, seguramente, además, les da igual.
En tal contexto, el presidente Sánchez ha creado un Ministerio para la Transición Ecológica. Y al frente de ese ministerio ha puesto a una profesional de prestigio: Teresa Ribera (en la imagen), licenciada en Derecho y profesora universitaria, con amplia experiencia en materia energética y políticas medioambientales.
La clave de la transición ecológica es la transición energética. Y en este contexto, la clave es ¿cuánto estamos dispuestos a pagar los españoles para combatir el cambio climático? Una pregunta, sencilla, clara y directa pero que nunca ha tenido, o no nos la han dado, o querido dar, respuesta.
El PSOE tiende al debate ideológico, no económico, pero eso siempre acaba en demagogia
Los ecologistas dicen que el precio es irrelevante. Da igual, se paga lo que haya de pagar y se acabó. De alguna forma, la ministra está próxima a esas posiciones. El problema climático es demasiado grave como para preocuparse del coste. Hay que tomar medidas y hacerlo ya. La propuesta es simple y contundente: 100% de energía renovable y sin demora alguna. Se cierran las centrales nucleares, las de carbón, las de gas natural, y se prohíben los vehículos convencionales. ¿Es una propuesta imposible de llevar a la práctica? La respuesta es no. Los combustibles de origen fósil, el carbón en particular, se empezaron a utilizar masivamente alrededor de 1850. La pregunta es: ¿qué nivel de vida se puede mantener usando solo energías renovables? Y es en este punto donde entra el análisis económico, el que se omite a la opinión pública. Nadie sabe nada y los que saben no hablan.
Peros sigamos en el escenario de “da igual el coste. Hay que hacer algo ya.” España toma medidas radicales y reduce sus emisiones a cero. No emitimos nada. Somos el país más “chingón” medioambientalmente hablando. El presidente Pedro Sánchez podría hacerse miles de fotos, no sólo de las manos, también de los pies. Pero, ¿saben cuánto representan las emisiones de toda España en un año? Son 11 días de emisiones de China. O si quieren, tres días de emisiones mundiales. Esto es lo primero que hay que decir a la opinión pública. España sola no puede hacer nada de nada. No tienen ningún sentido las políticas heroicas, aisladas. Son, literalmente, una gota en un océano. Una pérdida de tiempo y recursos.
Más: las emisiones contaminantes españolas de todo un año son como tres días de China
Pero volvamos al crítico punto del coste, que se omite sistemáticamente: ¿cuánto están dispuestos a pagar los españoles para reducir las emisiones? Déjenme que les ilustre respecto al grado de manipulación al que hemos llegado. Recientemente se publicó el informe de la Comisión de Expertos de Transición Energética, ¡un impresionante documento de 546 páginas! Busquen en él las palabras mágicas “coste de la transición”. No está. No se habla de coste de la transición en ninguna parte. Si yo fuera el ministro, preguntaría: pero ¿cuánto cuesta esto a los españoles? Y la respuesta, que tampoco encontramos en el texto, es “ninguna”. Muchos escenarios, pero ninguno con el coste de la transición. Es curioso, ¿verdad?
Muchos habrán oído que la transición energética no cuesta nada. Al contrario, las energías renovables van a crear puestos de trabajo e industria. Todo este argumento no pasa la prueba del algodón. Si esto es así, ¿por qué los empresarios no instalan energías renovables y desplazan a las energías convencionales? ¿Quién se lo impide? ¿Qué gobierno estaría en contra de eso? A nivel mundial, las energías renovables (excluyendo la energía hidráulica) representan el 3,6% de la energía consumida. Si la repuesta que le dan a la pregunta es: hay una conspiración mundial de las empresas petroleras o eléctricas para detener la revolución tecnológica verde, entonces claramente la transición energética cuesta dinero al sector privado y se necesita un impulso político para que esta ocurra.
Además, las energías renovables sólo representan el 3,6% de la energía que se consume en el mundo
El cambio climático requiere medidas para frenar las emisiones. Son, además, medidas que tienen un coste social. Como subir el impuesto al diésel, lo que va afectar a toda la cadena de transporte, disparando los precios de las mercancías y productos alimenticios. Hay que ser claros con los ciudadanos. El Gobierno tiene que decir cuál es el coste y explicar los beneficios. Ser realistas en términos de lo que se va a conseguir. Pero eso está completamente ausente del análisis.
En realidad, el debate de la transición enérgica es puramente ideológico, no económico. Por eso hay que forzar a que la ministra de Transición Ecológica responda a la pregunta crítica: ¿Cuánto cuesta la transición energética? ¿Cuántos más impuestos vamos a tener que pagar? ¿Cuánto más va a subir la factura de la luz? ¿Y cuáles son los beneficios económicos? Pero desafortunadamente, ya les anticipo la respuesta a esta pregunta: “las energías renovables son muy buenas porque no emiten gases de efecto invernadero y, además, son muy baratas”. Y entonces, ¿por qué cierran la central nuclear de Garoña, que es muy barata y no emite gases de efecto invernadero? Lo dicho, este debate es ideológico y no económico. Y los debates ideológicos siempre terminan en demagogia.